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Nacional

Programas sociales funcionaron 10 años

Investigadores hacen un llamado a que el gobierno federal fomente la creación de plazas laborales en el país; consideran que a partir de 2006 falló efectividad

Paulo Cantillo | 19-05-2014

CIUDAD DE MÉXICO, 19 de mayo.- Especialistas consideraron que el gasto en los programas sociales en México mostró relativa efectividad de 1996 a 2006, cuando el gasto en este rubro creció paulatinamente de 0.78 por ciento a 1.3 por ciento del PIB.

Datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) indican que  mientras que la población en los niveles de pobreza patrimonial (es decir, que no tenían el suficiente ingreso para adquirir la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud, educación, vestido, vivienda y transporte) pasó de 69 por ciento en el primero año a 42.9 por ciento del segundo año en mención.

Sin embargo, a partir de 2006 se empezó a ver un cambio en esta tendencia, cuando el aumento del gasto social logró mitigar el crecimiento de la población en condición de pobreza. En ese año el gasto en combate a la pobreza pasó del mencionado 1.3% del PIB, a una tasa en 2012 de 1.91%; mientras la población en condición de pobreza patrimonial pasó de 42.9% a 52.3% en el periodo mencionado, según datos del Coneval.

La inversión para que los pobres ingresen al sector productivo, eliminar la regresividad del gasto público y la creación de un sistema universal de seguridad social son las claves para eliminar la pobreza, según expertos.

En las últimas dos décadas el gasto público destinado a los programas de combate a la pobreza no ha ayudado a reducir la pobreza en el país. El gasto en estos programas creció 7.3 por ciento cada año en términos reales, al pasar de 87 mil 488 millones de pesos actuales en 1994 a 310 mil 302 millones de pesos en 2012. Como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), este gasto creció en términos reales de 0.85 por ciento en 1994 a 1.92 por ciento en 2012, de acuerdo con cálculos elaborados por Excélsior.

Sin embargo, el porcentaje de pobres respecto al total de la población se ha mantenido en 53 por ciento en los últimos 20 años. En términos absolutos, esto significó 14.3 millones de mexicanos más en condiciones de pobreza que hace veinte años. El mayor gasto contra la pobreza tampoco ha servido para que un número mayor de personas puedan adquirir la canasta mínima de alimentos, ya que en 2012, 23.1 millones de personas se encontraban en pobreza alimentaria, 4.0 millones más que en 1994, de acuerdo a datos del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval). En ese año, un mexicano moría cada hora por causas asociadas a la desnutrición.

Para Gerardo Ordóñez, investigador del Colegio de la Frontera Norte y quien ha investigado el tema del combate a la pobreza en las últimas décadas, la evidencia ha demostrado que los programas sociales no han tenido un efecto duradero en la salida de la pobreza de los beneficiarios. Según el investigador, los programas sociales “son sólo instrumentos paliativos que ayudan a mitigar la condición de pobreza de las personas.

“Lo que buscan es compensar en algo los efectos negativos del modelo de desarrollo que tenemos, pero distan de tener efectos duraderos sobre los beneficiarios”, asegura.

Afirma que en el largo plazo los pobres siguen siendo vulnerables ante los efectos de crisis o cambios negativos en la economía del país.

Falta la vinculación productiva en el combate a la pobreza

Los programas sociales sí han ayudado a mejorar ciertos rubros que inciden en la pobreza como el acceso a la educación, salud, agua potable y saneamiento básico, pero se han quedado muy cortos en la parte de ayudar a mejorar los ingresos de las personas más pobres, de acuerdo con Alicia Santana, investigadora sobre pobreza de Ethos Laboratorio de Políticas Públicas.

La investigadora afirmó que “el problema de los programas sociales es que no están enfocados a actividades productivas ni a generación de empleos, que es lo que en el fondo saca a alguien de la pobreza. Están diseñados más bien para mitigar en algo la carencia de servicios básicos y de ingresos, pero no atacan el fondo del problema para salir de la pobreza”.

Por tanto, considera necesario que se avance en el sentido de vincular los programas sociales con estrategias que hagan que los beneficiarios ingresen al sector productivo del país.

“Hace falta diseñar un esquema para que los beneficiarios de los subsidios se puedan vincular con empresas, y cuando salgan puedan generar sus propios ingresos a través de un empleo o que creen sus propios negocios.”

Señaló que mientras los jóvenes que reciben subsidios gubernamentales se incorporen a la informalidad y no lleguen a ser profesionales que les permita acceder a mejores salarios, el gasto destinado al combate a la pobreza seguirá siendo ineficiente.

Injusto sólo culpar a los programas sociales

Es injusto decir que los programas sociales se consideren ineficientes porque aún persista la pobreza en el país, afirma Rodolfo de la Torre, coordinador general de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Argumenta que no se pueden esperar grandes reducciones en la pobreza gastando menos de 2% del PIB para atender a más de 50 millones de personas. “Le estamos pidiendo mucho a un gasto que es bastante bajo con relación a lo que se gasta en otras cosas”, añade.

En entrevista con Excélsior, De la Torre expresó que si los jóvenes beneficiarios de programas como Oportunidades se van a la informalidad y continúan siendo pobres, cuando finalizan su ciclo escolar no es por culpa del programa, sino por las fallas estructurales del mercado laboral para absorber este recurso humano. Dice que mejorar la coordinación del programa para insertar a los beneficiaros en el sector productivo puede ayudar, pero no será suficiente.

Para el especialista, la clave para reducir la pobreza en el país radica en que la economía crezca a tasas altas, de modo que se puedan crear más empleos en el país, y en lo que corresponde al gobierno urge que el gasto público deje ser tan regresivo, es decir, que beneficie más a los sectores de más altos ingresos.

“Veinticinco por ciento del gasto público termina en el decil más alto de ingresos, mientras que sólo el cuatro por ciento llega al decil de ingresos más bajo”, explica De la Torre, quien refiere que en subsidios a la electricidad, a la gasolina, al campo, y a las pensiones de empleados públicos, rubros que benefician a personas de más altos ingresos, el gobierno gasta más que en combate a la pobreza.

“Así cualquier esfuerzo de combatir a la pobreza será un fracaso”, afirmó.

Finalmente, el investigador consideró que para mejorar el mercado de trabajo que ayude a que los pobres se integren a él, es necesario crear un sistema de seguridad social universal que esté basado en impuestos y no en contribuciones obrero-patronales. Ello hará que se reduzcan los costos de la formalidad laboral, y con ello se podrán crear más empleos mejor remunerados, pero para que esto ocurra, el gobierno debe tener la voluntad política de hacer una Reforma Fiscal que ayude a recaudar más recursos, y pasar a un esquema que elimine el gasto público regresivo, que acentúa la desigualdad en el país.

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