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Expresiones

Woolf, perenne obsesión; Army, de Anaïs Abreu

La artista visual mexicana dedica un tercer libro a la escritora británica y anuncia el cierre de La Dïéresis

Virginia Bautista | 05-07-2020
Woolf, perenne obsesión; Army, de Anaïs Abreu
Arte: Erick Zepeda

CIUDAD DE MÉXICO.

A la artista visual Anaïs Abreu D’Argence le gusta tanto la obra y el legado de la escritora británica Virginia Woolf (1882-1941) que quiso llevarla consigo siempre, muy cerca, por lo que decidió tatuarse en el antebrazo el rostro de la autora de Una habitación propia (1929).

La amo. Tengo una absoluta devoción y obsesión por la obra y la vida de Woolf. Es una de las mejores escritoras que han pisado la tierra. Era una mujer impresionante y una absoluta revolucionaria en la época que le tocó vivir, una feminista auténtica”, comenta Abreu en entrevista con Excélsior.

Cuenta que fue con una tatuadora que le hizo “un trabajo extraordinario” a partir de trazos sencillos y le pareció que “la imagen daba para mucho”. Así nació la idea del tercer libro de artista que dedica a la novelista inglesa, Army, cuya portada es un collage de ese dibujo de Woolf impreso en tela con hilo de seda rojo.

Me encontré con una de sus frases: ‘El ejército es el cuerpo, yo soy el cerebro, pensar es mi forma de batalla’. Y se me antojó intervenirla. Trazo la imagen de mi tatuaje de forma diferente en cada ejemplar, la dibujo y la tachoneo, el ojo, la frente, la nariz. Son los diálogos que tengo con ella”.

De este título, la también editora confeccionó sólo diez ejemplares, que van adentro de cajas pintadas con “colores que tienen que ver con el confinamiento”: cinco grises y cinco mostaza, impresos por el sello artesanal La Dïéresis.

Game y Tuesday/ Martes son los otros dos libros arte-objeto de Abreu, de edición limitada, inspirados en la obra de la autora de La señora Dalloway (1925) y Al faro (1927).

Game consistía en tres biombos que se desplegaban. Era una intervención al último fragmento de su novela Las olas (1931), el epitafio que su marido mandó grabar en su tumba. La imagen de ella iba desapareciendo y había un círculo que se iba haciendo pequeño y lo atravesaba un hilo rojo. Le fui quitando palabras al texto, para evocar la sensación de ir perdiendo el aliento, pero a la vez el dolor se tornaba más fuerte; mientras más dolor, hay más silencio. De éste hice 20 piezas”, narra.

Después, continúa la directora de La Dïéresis, dio vida a Tuesday/ Martes. “Un juego visual a partir de su carta de suicidio. Imprimí algunas de las fotografías tomadas por ella en su última casa, en Sussex, y les hice unos cortes. Intervine su carta de suicidio. Al final, ella la firma con una ‘V’, y yo la invierto y pongo una ‘A’. Es mi propio proceso, porque el año pasado, cuando realicé este libro, estuve en una crisis suicida espantosa. Fue algo catártico”, explica.

Abreu adelanta que Army es uno de los últimos títulos que publicará La Dïéresis que, tras una década de trabajo y un catálogo de 50 libros, entrará en una “pausa indefinida” debido a los altos costos de los materiales, al mercado restringido de lectores y a la crisis económica motivada por la pandemia del covid-19.

Detalla que sacarán además tres libros que tenían comprometidos desde el año pasado, sobre los que los artistas ya están trabajando: uno es Rojo, un poema de David Huerta traducido al inglés por Robin Myers, con grabados del pintor Vicente Rojo; el segundo es el poema Eurídice, de Elisa Díaz Castelo, ganadora del Premio de Poesía Aguascalientes, también traducido al inglés por Myers; y el tercero es un juego visual del poema Dos aún, de Henri Michaux, en la traducción de Jorge Esquinca.

Abreu dice que en diez meses más estarán listos estos tres títulos, para cuya venta explorarán varios métodos, como una suscripción conjunta.

LA PAUSA

Anaïs Abreu confiesa que el cierre temporal de La Diëresis fue una decisión dura. “Aún la lloro. Pero fue muy pensada antes del confinamiento, a raíz de que se puso fuerte la crisis económica en el país”.

Agrega que cuando empezaron, hace diez años, los libros de artista que proponían se vendían más. “Eran más económicos, porque nosotros mismos no teníamos conciencia del valor de lo artesanal. También la impresión y los papeles importados eran más baratos. Todos los costos se empezaron a elevar, porque escogíamos encuadernaciones más complejas, comenzamos a trabajar más con encuadernadores, diseñadores, traductores y, al final, ya no estaba costeando”.

La poeta añade que los libros artesanales se venden poco en México. “Estábamos trabajando para las bibliotecas de Estados Unidos, varias tienen toda nuestra colección. Aquí sólo la UAM Azcapotzalco se interesó en nuestro acervo, por su carrera de Diseño. Eso nos desanimó mucho”.

Indica que la gente que les compra, de clase media y alta, “está cada vez más aporreada” y las ventas han bajado mucho. “Y con la llegada del covid-19 peor, por eso pensamos en cerrar, pero nuestros lectores nos pidieron que no, que pusiéramos sólo una pausa; tal vez sea una pausa que no termina, pues no hay coediciones”, admite.

Quien acaba de obtener una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes para realizar un proyecto sobre Woolf en Londres, “trabajar en la casa de la escritora”, pero que está pospuesto para el 2021, comenta que mientras lanzarán una donadora para recabar fondos, dando cosas a cambio; y, en su nueva tienda en línea, Bazarama, pondrán todos los libros de La Dïéresis en descuento.

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