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Expresiones

Malasuerte, el verdadero detective salvaje de la literatura

Hilario Peña (Mazatlán, 1979), el autor, avecindado en Tijuana, compendia su trilogía acerca del detective Malasuerte

Juan Carlos Talavera | 28-06-2019
Ilustración: Horacio Sierra
Ilustración: Horacio Sierra

Dicen que Malasuerte es el verdadero detective salvaje de la literatura mexicana. Es pelirrojo, pendenciero y supersticioso. En su cuarto de lámina tenía un collar de ajos, una herradura oxidada, un ojo de venado, una pata de conejo y un póster de Lina Santos. Nació un martes 13 y presume, con voz aguardentosa, que es “feo, pero de buen cuerpo”.

Trabajó de llantero y velador. Su nombre es Tomás Peralta, se convirtió en un detective privado que resuelve casos criminales muy difíciles y le ha servido a Hilario Peña (Mazatlán, 1979) para recorrer los rincones más violentos de Tijuana y construir tramas de denuncia.

Con todas las metáforas que presento en esta compilación, estoy hablando y denunciando una realidad, porque la novela policial es un arma de denuncia. Pero el chiste es no forzar esta denuncia, porque en ese caos sonaría algo como un sermón y la intención es dejar que la novela, por su naturaleza, realice la denuncia”.

Detective Malasuerte integra tres novelas: Malasuerte en Tijuana (2009), La mujer de los hermanos Reyna (2011) y Juan Tres Dieciséis (2014), habitadas por personajes carnavalescos como el comisario Nicolás Reyna, el Boticario Jarocho Nazi, un sicópata apodado El Duende y la hermosa alcaldesa de la ciudad.

 

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Hilario Peña (Mazatlán, 1979)

 

Se dice que Malasuerte es el detective más rudo de la frontera, quien le planta cara a poderosos capitalistas, políticos sin escrúpulos, criminales… y a fuerzas aún más oscuras.

¿Qué refleja esta trilogía?, se le pregunta al autor. “Lo que antepongo a los horrores diarios es un poco de humor, con lo cual podríamos combatir esta situación que, de pronto, nos llena de ansiedad, porque no se ve una solución cercana.

Por otro lado, de alguna manera pretendo descifrar esa realidad caótica y hacerla un poco más descifrable. En la primera (novela) está el tema de la profesionalización y la búsqueda de la vocación, es donde el personaje principal no sólo atiende el llamado de la aventura, sino que tiene el valor suficiente para ir hasta sus últimas consecuencias”.

Destaca que Malasuerte sale de su terruño, donde es un marginal, y viaja a la ciudad fronteriza de Tijuana, en donde descubre su pasión: resolver acertijos criminales.

Mientras, en la última novela lo que el autor establece es el camino al reconocimiento profesional, “pues sólo el talento u otras circunstancias suelen ser más decisivas, como el padrinazgo, los conectes políticos…

Estas obras, que reflexionan sobre ese tema, al final enfatizan el hecho de que es necesaria la profesionalización en todos los ámbitos, específicamente en el terreno de la violencia, donde es esencial invertir en herramientas para hacerle frente”.

¿Por qué eligió Tijuana como epicentro de esta trilogía, salvo en la tercera que transcurre en gran parte entre Las Vegas y San Diego? “Está ambientada en Tijuana porque no sólo representa la frontera política con Estados Unidos, sino la frontera de la moralidad y la legalidad, en la medida en que los habitantes del vecino país vienen al nuestro a saciar sus bajas pasiones y, de igual manera, nosotros cruzamos para allá para importar ilegalmente las armas de fuego con las que nos matamos.

Esta ambientación sirve como metáfora para muchas cosas que marcan los rasgos del país, haciendo énfasis en cómo Malasuerte se convierte en un detective que adquiere mayor notoriedad”.

 

EL LÍDER SANDKÜHLCAÁN

 

El también autor de Chinola Kid dice que, al analizar a este detective —que se nutre de Philip Marlowe, de Chandler; Sam Spade, de Hammett, y Belascoáran Shayne, de Taibo II— “descubrí que el personaje era suficientemente interesante como para trascender aquella coyuntura cuando escribí la primera novela, publicada en 2008, justo al calor de la guerra del expresidente Felipe Calderón contra el narcotráfico”.

¿Es Malasuerte un héroe? “En este caso y, sobre todo, en el terreno de la novela negra, considero que el detective siempre es un antihéroe en la medida en que tiene su propio código moral y ético por el cual se rige, el cual sigue al pie de la letra. Digamos que sí es un héroe, pero con sus claroscuros”.

¿Cuál es el defecto de Malasuerte que más le ha costado analizar? “Hay un detalle: el personaje nació antes del movimiento #MeToo y este personaje atraviesa algo muy parecido a una violación. Eso, sin duda, me pareció desagradable, pero lo aproveché, porque se convirtió en su demonio y es algo que lo está persiguiendo en todo momento. Aunque debo decir que, hasta el momento, no sabemos si aquel acto que tuvo con la chica de sus sueños fue consensuado o si realmente fue un abuso”.

 

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¿Aunque su visión en la trama sea romántica? “Admito que hay una especie de idealización o romantización del proceder judicial en la medida que Malasuer te siempre resuelve los casos por su cuenta, incluso cuando se independiza y se convierte en detective privado”.

En las tres novelas aparecen personajes tan sui géneris como el Boticario Nazi Jarocho, un veracruzano moreno y esotérico, admirador de Hitler, lector de H.P. Lovecraft; Ariel La Bestia Cárdenas, un boxeador profesional y campeón mundial de los pesos ligeros de la CMB; Diego Lizárraga, conocido como el Zar del Marisco, quien usa sus barcos camaroneros para traficar droga por el océano Pacífico, aunque luego abandona el negocio; y Sandkühlcaán, un extraterrestre de más de dos metros con cabeza de Marabú y cuerpo antropomorfo que lidera el mercado de las apuestas. Dicen que visitó la Tierra en el año 3114 cuando entró en contacto con los druidas y los pueblos mayas, y se alimenta de la lujuria y el sufrimiento humano.

Para concluir, Peña adelanta que ya prepara dos entregas más de Malasuerte, quien cada vez es más cosmopolita y “se ubica en tramas más universales para salir de los lugares comunes”.

 

AMU

 

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