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Expresiones

'El que nace para Godín no pasa de Insurgentes': Carlos Velázquez

Velázquez escribe sobre la CDMX y la define como esa Ciudad Godínez donde los embotellamientos te impiden llegar a tiempo, además de que es "una fuente de inspiración grande e interminable"

Juan Carlos Talavera | 19-03-2019
En su nuevo libro, el escritor coahuilense Carlos Velázquez reúne 19 crónicas citadinas. Foto: Karina Tejada
En su nuevo libro, el escritor coahuilense Carlos Velázquez reúne 19 crónicas citadinas. Foto: Karina Tejada

CIUDAD DE MÉXICO.

Cuando Carlos Velázquez (Torreón, 1978) escribe sobre la Ciudad de México la define como esa Ciudad Godínez donde los embotellamientos te impiden llegar a tiempo. Y resume la identidad del chilango en tres ideas: “el que nace para Godín no pasa de Insurgentes”, “el único sitio al que puedes arribar puntual es Twitter” y “en la Ciudad de México nunca solucionarán el problema de tráfico, tampoco el de la cerveza templada”.

Así transcurre una de las 19 crónicas que compila en Aprende a amar el plástico (Cal y Arena), su más reciente libro, donde aloja una prosa ácida que lo mismo hurga en la duración de un concierto de The Cure que en la experiencia del Vive Latino, su visita a Tepito, un encuentro con las teiboleras del Matehuala, en Monterrey, o su paso por Ciudad Nezahualcóyotl, la que define como “el país de la conjuntivitis”.

Pero este volumen, que será presentado por el autor el próximo jueves a las 20:00 horas en el restaurante Frëims, no pertenece a la ficción, explica Velázquez, sino al territorio de la crónica, que se nutre de momentos accidentales, algunos vividos en Monterrey, en Albuquerque o en la capital del país.

La Ciudad de México es una fuente de inspiración grande e interminable”, dice Velázquez. “Y cuando uno piensa que lo ha visto todo, pasa algo que te sorprende, como ocurre en la crónica con la policía en Coyoacán”.

Porque yo no voy y me paro en un lugar tratando de exprimirlo para encontrar una historia. No es así. Pero cuando se va de fiesta a la calle, a veces las cosas te caen encima y a mí me gusta narrar esas historias. Aunque si tú tomas a cualquier habitante de la Ciudad de México, te vas a dar cuenta de que le han sucedido cosas más impactantes y peligrosas de las que me han sucedido a mí”, afirma en entrevista el autor de libros como La marrana negra de la literatura rosa y El karma de vivir al norte.

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Además, el autor asegura que su prosa no es cómica intencionalmente. “No es deliberado ni pienso ‘¡Ah, me voy a poner cómico!’. Porque no soy Polo Polo. No salgo a dar el show ni tengo la intención de hacer reír a la gente, porque al escribir las anécdotas sufridas en la calle, las cosas llegan a mí con estos giros hilarantes que desembocan en algo pesadillesco que, en esta ciudad, siempre es motivo para el escarnio”.

Pero el origen de esa visión hilarante viene de su infancia, reconoce, “cuando tenía ocho años y encendía el televisor para ver Big Brother. Creo que ahí empezó mi educación sentimental, con la comedia en la televisión que influyó en mi manera de construir la realidad. Así que, cuando me siento a escribir, es imposible desvincular esa visión ácida con la comedia de mi niñez. Ya no podría representar otro papel. Imagina que arriba de mi cama hay un cuadro gigante de John Belushi, luciendo el suéter con la leyenda de ‘College’ tal como aparece en la película Animal House. Eso es lo que veo, lo que me nutre e invade los textos”, anota.

También se refiere al cliché que habla sobre cómo la realidad ha superado a la ficción: “Creo que la ficción es un artefacto que obedece a muchas leyes y, en ocasiones, en los hechos la ficción no juega ninguna competencia con la realidad, sino que juega en contra de sí misma.

Por ejemplo, acabo de leer El Ruletista del rumano Mircea Cărtărescu. Me dejó helado por la manera como está escrito. Es apabullante lo que hace. Narra la historia de un tipo que juega a la ruleta rusa mientras hay apuestas en su contra de si se mata o no. Pero está tan perfectamente escrita que no hace falta que obedezca a las leyes de la realidad. En este caso, digamos que está tan bien escrita que la ficción es suficiente. Por otro lado, la realidad es tan ficcionable… que no es necesario pensar si una supera a la otra. Lo importante es contar historias sin importar qué tan violenta sea la realidad”, explica.

Velázquez adelanta que su próximo libro volverá a posarse en la crónica y abordará la brujería. “Será una crónica larga sobre ese tema fascinante, aunque debo decir que yo soy un escéptico… y supersticioso sólo cuando me conviene”.

 

cva

 

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