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Expresiones

Ardió Catedral; siniestro histórico

Hoy se conmemora medio siglo de que el fuego provocado por un cortocircuito destruyó gran parte del interior de la Catedral Metropolitana, la cual ardió durante tres horas la medianoche entre el 16 y 17 de enero de 1967

Luis Carlos Sánchez | 16-01-2017
Foto: Especial

CIUDAD DE MÉXICO.

Todas las versiones coinciden en que comenzó antes de la medianoche. Algunos dijeron que fue exactamente a las 23:30 horas cuando inició todo. Era la noche del 16 de enero de 1967 cuando un cortocircuito provocó uno de los incendios más llamativos y recordados en México: el de la Catedral Metropolitana, que durante tres horas consumió tesoros coloniales.

El resplandor de las llamas y la humareda eran vistas desde gran distancia a través de las ventanas de las torres”, detalló una crónica periodística de la época. El patrullero Jesús Leos Hernández, que llevaba la placa 6948, habría sido quien dio aviso a la Policía y a la Estación Central de Bomberos del siniestro. En su reporte escribió: “salían grandes llamaradas del lado derecho de la Catedral”.

El arquitecto Carlos Flores Marini (fallecido el 12 de enero de 2015) recordaría muchos años después que la noticia le llegó por teléfono, cuando la mañana del 17 de enero de hace exactamente 50 años, el subsecretario de Patrimonio Nacional, Jorge L. Medellín, le dio la noticia. Como las mismas llamas se extendieron, la noticia también y ocupó las primeras planas de todos los diarios nacionales.

No sabíamos la magnitud de los daños pero todo presagiaba que era grave”, escribió el mismo Flores Marini. La cronista de la Ciudad de México, Ángeles González Gamio, recuerda ahora: “fue un cosa absolutamente sorpresiva y muy lamentable, fue dolorosísimo sobre todo para aquellos que tenían conciencia del valor de ese patrimonio, fue algo que no se podía creer ¿cómo que se quemó?, se preguntaba la gente y entonces nadie sabía a ciencia cierta qué era lo que se había quemado”.

Las imágenes de fotógrafos como Enrique Metinides o Rodrigo Moya son elocuentes: el Altar del Perdón, diseñado en 1735 y los órganos de la Epístola, construido en España en 1693 y el del Evangelio, construido en la Nueva España en 1735, así como la sillería del coro, el facistol y otras obras de pintura mural, fueron afectados por las llamas, pero también por los chorros de agua con que los bomberos combatieron el fuego.

Flores Marini recordó que la escena “era dantesca” esa mañana: todo se había inundado y los bomberos seguían en ajetreo, también estaban ahí los reporteros de todos los periódicos, los del extinto Novedades y de Excélsior, serían los que mayor cobertura dieron del hecho; el ambiente continuaba siendo caluroso y así estuvo durante las 24 horas siguientes. La afectación mayor estaba en el Altar del Perdón: “ni rastros de la tela del cuadro de la Virgen de las nieves, de Simón Pereyns, aunque la tabla, chamuscada, se había conservado.”

Al irse cuantificando los daños se vio que abarcaban tanto la sillería del Coro como los órganos. Lo demás, hasta el Retablo de los Reyes, estaba totalmente ahumado y muchos de los vitrales de Mathias Goeritz habían sufrido el intenso calor y estaban tronados o habían caído. No había parte del interior que no estuviera ahumado”. Los daños se estimaron en medio millón de pesos de la época.

LARGO DEBATE

Lo que siguió fue un largo debate que confrontó la visión de arquitectos e historiadores, de conservadores y renovadores, de eliminar los elementos que habían resultado dañados para dejar libre el acceso hasta el Altar de los Reyes desde la Puerta del Perdón y los que pedían reponer las joyas abrasadas. González Gamio dice que aquel debate y la enseñanza misma del incendio fue la comprensión final de la importancia del patrimonio histórico de la Ciudad de México.

A los temas de patrimonio no se le daba mayor cuidado y atención, tal es así que sucedió ese incendio, por eso fue muy importante. Despertó la consciencia del valor que tenían los tesoros y el patrimonio de la Catedral, nuestra catedral es el gran museo de arte de México, la Catedral tardó en construirse 300 años y en ese proyecto trabajaron los mejores arquitectos, retablistas, escultores, pintores, la gente lo daba por hecho, como algo que estaba ahí y era muy antiguo pero con el incendio se despertó la conciencia de que es un tesoro riquísimo que vale mucho más allá de las cuestiones religiosas”.

Los primeros trabajos después de que se sofocó el fuego comenzaron el 19 de enero: bajo la dirección de Manuel del Castillo Negrete se llevó a cabo “el rescate y salvamento de los diferentes objetos de valor que no hubiera destituido totalmente el siniestro”. Durante diez días, restauradores y estudiantes trabajaron para rescatar de entre los escombros, elementos que subsistieron al fuego.

El debate entre los grupos contrarios para emprender el rescate de las joyas coloniales duro más de un año: se llevaba a cabo en coloquios, periódicos, e incluso en programas de televisión. Un bando lo conformaba la historiadora del arte Ida Rodríguez Prampolini, Enrique del Moral, Ricardo de Robina y Mauricio Gómez Mayorga; en el bando contrario estaba Edmundo O’ Gorman, Francisco de la Maza, Agustín Piña Dreinhofer, José Luis Benlliure y Luis Avila Blancas.

En noviembre del mismo año (1967) 42 historiadores, arquitectos e intelectuales de la talla de José Iturriaga, Rubén Bonifaz Nuño, Antonio Castro Leal y Salvador Novo dirigieron una extensa carta al Presidente de la Republica exponiendo en puntuales consideraciones los argumentos por los que la Catedral debía restaurarse. Sin que en algún momento se oficializará el inicio de la restauración, la Secretaría del Patrimonio Nacional autoriza que se empezarán los estudios”, recordó Flores Marini.

La restauración de los elementos coloniales devastados tardó varios años más, pero finalmente había ganado la propuesta de recuperar lo devastado, de volverle a ganar a las cenizas las joyas que el incendio había arrebatado.

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