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Expresiones

Del amor y sus abismos, la plática con José Luis Enciso

El escritor charló con Excélsior acerca de ‘El amor antes y después del final del mundo’, su más reciente publicación

Mario Alberto Medrano | 21-05-2016
En 2012, Enciso ganó el XXVIII concurso de relatos de Zaragoza, España. Foto: Quetzalli González
En 2012, Enciso ganó el XXVIII concurso de relatos de Zaragoza, España. Foto: Quetzalli González

CIUDAD DE MÉXICO.

En los ríos, al norte del futuro, de los que hablaba Paul Celan, es donde parece que acontecen las historias incluidas en El amor antes y después del final del mundo (FOEM, 2015), de José Luis Enciso. En un tiempo en el que las fronteras geográficas se ven devastadas, las relaciones personales son vistas por el autor como un vínculo de sometimiento y padecimiento. En cada uno de los cuentos que componen la colección habita tanto el amor como la imposibilidad, el engaño, la traición y una constante batalla entre las antípodas amorosas.

“En los 18 textos hay una exploración del amor no sólo como dice el canon que debe ser, como el platónico, por ejemplo, sino como el que te encuentras en estas historias: la relación de un insecto que atrapa un personaje y no sabe qué hacer con él, entonces comienza un vínculo parecido al de las parejas, de cierto sometimiento y padecimiento, por lo que resulta que, si estudias los dos casos, el de la pareja y el de la mosca que metes en un frasco, es una exploración del amor, sin tener que decirte que lo es”, dice el autor.

Para Enciso, el título de su libro invita a regodearse en la cursilería, “pero con la extensión ‘del final del mundo’ el lector se da una pista de qué tan cursi o no puede ser”. Por supuesto que no sólo el amor es la columna vertebral de esta reunión de cuentos, además la constante sensación del derrumbe está presente.

“Aparte del amor, la visión del libro es que todos tenemos un final personal del mundo, tenemos etapas, cierre de ciclos, ya sean catastróficos o sutiles; no necesariamente es que se termine el mundo, porque de repente hay un cisma, una devastación que no se sabe qué es, pero que ocurre, y eso conecta también todas las historias.

Hay preludios de un fin, de una desaparición, algo que ya está ocurriendo y que no queremos aceptar. Lo que intenta el libro es aglutinar dos tipos de historias con dos temáticas conductuales muy específicas: una, todas las posibilidades del amor antes que de que el mundo termine, tal y como lo conocemos; en la segunda etapa trato de mostrar el amor cuando ya ocurrió un cambio, un cataclismo, y el universo se ha transformado completamente”, precisó el narrador.

El lector encontrará en este volumen de escritos un constante diálogo por parte de Enciso con autores como Borges, Cortázar y Onetti. “Este libro es una recopilación de mis primeros asombros como lector ante aquellos cuentos que me marcaron. En mi infancia y adolescencia leí a muchos escritores latinoamericanos: Rulfo, Ribeyro, Onetti, Borges, quien es una sombra maldita, el escritor que te espanta, quien te dice ‘se escribe así, ya después de mí no hay nada’, y Cortázar, un maestro que te incita y alienta a escribir.

“A lo largo de esta colección doy pistas de estos escritores; por ejemplo, en un cuento los personajes principales son Estela y Adolfo: la primera es una referencia a Estela Canto, el amor platónico de Borges; mientras que el segundo es Bioy Casares. Quiero demostrar, con estas referencias, mis fascinaciones como lector”.

Enciso habla con la seguridad de quien conoce perfectamente su obra. Al referirse a las cuestiones estilísticas del libro mencionó que se considera el tipo de autor desordenado: “la mayoría de las veces no sé qué va pasar después en el cuento una vez iniciado, a lo mejor el que está narrando es una tercera persona y ésa puede ser una vuelta de tuerca; si sabes manejar estos movimientos narrativos sale un excelente cuento”, afirmó.

Al cuestionarlo por el uso de los adjetivos en los relatos, reiteró que se trata de asombros. “Es por la propia genealogía de los cuentos: son asombros. Cuando descubrí ciertas palabras no sabía qué hacer con ellas y las anotaba, me volví una especie de coleccionista; cuando escribo tengo la oportunidad de usarlas, y es como apropiarte de tu propio lenguaje”, finalizó.

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