CIUDAD DE MÉXICO, 8 de enero.- El ruido del motor de un refrigerador, el paisaje urbano o boscoso, la lectura de un libro filosófico, la acción de caminar en la calle; todo se convierte para Manuel Rocha Iturbide (Cd. de México, 1963) en ecos que más allá de retumbar en sus oídos, lo persiguen como detonantes creativos de ambientes sonoros de 360 grados.
Pues si algo define su trayectoria de más de dos décadas es una suerte de traducción de su propio entorno en ambientes y esculturas sonoras, lo mismo en composiciones musicales cargadas de experimentación o como él mismo define de “azar controlado”.
De ello da consigna el libro El eco está en todas partes (editado por Alias, con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes) un mapeo de su proceso creativo a través de la revisión de su producción tanto en el arte sonoro como en la composición musical, en la que se pueden identificar sus ideas, obsesiones, inquietudes y búsquedas estéticas que mucho se originan de lo que lee, ve, escucha o testifica.
“Se convirtió en un libro retrospectivo aunque no incluye todo mi trabajo, sino alguna selección de obras y ensayos que no se habían publicado. Las piezas que se incluyeron fueron elegidas más al azar, como extractos de partituras que fuimos seleccionando; entonces quedaron como una muestra de mi trabajo”, señala quien estudió composición en la Escuela Nacional de Música de la UNAM y el doctorado en Estética, Ciencia y Tecnología de la Música en la Universidad de París.
Con una conversación entre Guillermo Santamarina y Rocha Iturbide como antesala, la publicación traza un trayecto cronológico de su trabajo desde su primera pieza (+ x -) = -, en 1989, hasta el proyecto Fotosíntesis, en 2011; sin llegar a ser un libro biográfico en el sentido estricto, pues la reseña de las obras se acompaña de ensayos del propio artista en los que analiza, por ejemplo, la línea divisoria entre arte sonoro y música experimental, los conceptos de paisaje sonoro y escultura sonora, y los procesos creativos.
Así habla de ejercicio creativo de John Cage, una de sus influencias, quien considera que la vida misma es un proceso y trabajó con los sonidos ambientales tal cuales son; a lo que el artista mexicano señala que prefiere tener cierto control sobre los ecos que toma del entorno como en el video Puesta de Luna en Malinalco (1988)
“El azar lo aprendí con Cage, pero curiosamente me costó trabajo aplicarlo a la composición porque me gusta controlar y cuando empecé a hacer instalaciones que se van desfasando y ahora con computadora y programación de algoritmos de azar controlados es más interesante desarrollar la idea de obra abierta, pero no es improvisación, sino un juego de azar controlado”, comenta el fundador, con Santamarina, del Festival de Arte Sonoro entre 1999 y 2002.
De la convergencia entre arte sonoro y experimentación musical, Rocha señala que en su trabajo se encuentran al partir de la definición de música hecha por Cage quien decía que toda melodía está contenida en el paisaje sonoro.
“Entonces música es todo, y ahí no habría diferencia entre música y arte sonoro. Para mí el arte sonoro va hacia lo interdisciplinario, cuando una obra tiene sonido pero no está hecha para una sala de conciertos, sino un performance o una poesía sonora. Cuando no sabemos qué es, porque rebasa la música, es donde para mí surge el arte sonoro”, explica el también compositor de Frost Clear, Transiciones de Fase y Purusha-Prakrti.
En ese sentido, Rocha Iturbide asegura que su obra está hecha del día a día, y a ello responde que su creatividad en el arte sonoro regrese a los conceptos del inicio de su trayectoria cuando apelaba a una mayor experimentación sin atender a opiniones de terceros, incluso asegura que poco piensa en el espectador cuando diseña una nueva obra.
“Las propuestas nunca paran y toman formas nuevas; estoy regresando a mi primera etapa del arte sonoro, y en la composición musical estoy regresando a la música experimental, tratar de hacer obras más experimentales no preocupado de que existan melodías con reglas específicas. Es el eterno retorno al mismo punto pero a otro nivel, con mayor experiencia”, dice quien fuera alumno de Julio Estrada.
Mirar hacia el pasado de su propio trabajo, dice, fue también un ejercicio de inspección, de reflexión, para identificar los comunes denominadores: “Creo que son esas experiencias lo que destacan, que saco ideas de lo me rodea; a mí me ha ganado este ejercicio de escuchar y ver, y de ahí surgen la mayoría de mis obras”, concluye.
¿Dónde y cuándo?
El eco está en todas partes se presentará el sábado 1 de febrero en la Fonoteca Nacional, Sala Murray Schafer, a las 13:00 horas. Participarán Guillermo Santamarina, Damián Ortega y el autor.
Libro
Título: El eco está en todas partes
Autor: Manuel Rocha Iturbide
Editorial: Alias, México, 2013, 254 pp.
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