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No entienden que no entienden, no hay día que pase donde no se hable de una agresión donde la victima no sea una mujer en nuestro país y en el mundo, apenas hace un par de semanas, el hartazgo, el coraje y el miedo de ser victimas de la inseguridad obligaron a cientos de mujeres y hombres a exigir el respeto y la inmediata acción de las autoridades para contrarrestar este mal que crece sin medida.
En nuestro país, de acuerdo con cifras del INEGI 7 de cada 10 mujeres sufren o han sufrido de violencia intrafamiliar, por si esto fuera poco, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Publica cada día, en promedio, 10 mujeres son asesinadas. Así podríamos seguir y seguir con las escalofriantes cifras que retratan la realidad de un país donde las mujeres son asesinadas simplemente por ser mujeres.
Bajo esta realidad, cruda y despiadada, no me cabe en la cabeza que hombres y funcionarios públicos puedan incitar a la violencia de género o expresarse en actos públicos usando un lenguaje despectivo y/o misógino. Solo basta con mirar el caso de José Manuel Mireles cuando recientemente se refirió como “nalguitas y pirujas” a las parejas de los derechohabientes de la institución en la que labora, o el “ hay que pensar antes de abrir las piernas" del diputado de Morena en Puebla, Héctor Alonso Granados, al ser cuestionado sobre el aborto y recientemente, para ser especifico el pasado viernes, el “darle una chinga” del legislador del PT Gerardo Fernández Noroña.
Lastimosamente estas historias, todas, acabaron de la misma manera, con una disculpa pública por sus palabras y con apenas un “jalón de orejas” por parte de las autoridades, terminaron como siempre, como han terminado todos estos casos a lo largo de los años, con la única diferencia de que ahora, nos repitieron hasta el cansancio que por fin sería diferente.
Tenemos que pasar de la demagogia a la acción si realmente queremos que las cosas cambien en este país, no basta con la simulación, necesita haber ya una sanción real para como las escaleras, comenzar a limpiar la mugre de arriba para abajo.
No basta con discursos ni con sentarse en mesas de dialogo para supuestamente mejorar la situación tan delicada que esta viviendo el país, se necesita sentar un precedente y un ejemplo de que realmente las cosas están cambiando ¿cómo lo van a lograr? Castigando y sancionando a quien se lo merezca ¿cómo poner el ejemplo para que el pueblo bueno empiece a portarse bien? Acabando con la impunidad y demostrando que nadie ni nada está por encima de la ley. Para como están las cosas en este país, el costo político sería nulo comparado con la simpatía y aprobación que ganarían por primera vez empezar a hacer las cosas bien.
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