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Zapata, machos y gays

Luis Manuel Arellano Delgado | 12:37
https://cdn2.excelsior.com.mx/media/pictures/2016/06/07/ladooscuro_header.jpg Luis Manuel Arellano Delgado

 

Emiliano Zapata trascendió a la Revolución Mexicana porque dejó de ser Emiliano Zapata. Desde el imaginario popular es héroe agrarista, símbolo nacional, ícono chicano, referente indigenista, modelo cinematográfico, emblema viril e ícono del homoerotismo gay.

Ciertamente Zapata no es nada de lo anterior. Pero como en este país solo trasciende lo que se reinventa, se recrea e incluso se subvierte, es que su filiación (hombre mestizo, moreno, de complexión regular, mirada profunda y bigote abundante) adquirió cierta plasticidad visual al grado de que puede adaptarse a infinidad de contextos, colores o texturas.

De hecho, más que en su ideario confuso, ha sido en la representación cultural donde el caudillo del sur alcanzó trascendencia. Hay mucha ficción en el entorno actual de este mártir asesinado a los 40 años de edad.

¿Cuánta fantasía puede cultivarse sobre un prócer? La muestra “Zapata después de Zapata”, que bajo la curaduría de Luis Adrián Vargas exhibe el Museo del Palacio de Bellas Artes con películas, videos, testimonios, fotografías, litografías, caricaturas, impresos, textos, dibujos y pinturas del caudillo del sur, permite responder la pregunta. El recorrido estético ofrecido en esta exhibición revela, al mismo tiempo, la nutrida influencia cultural acumulada desde su muerte.

No hay parangón con ningún otro personaje de la Revolución. Emiliano Zapata concentra la atención a partir de las fotografías de su cadáver. Transcurrido un siglo de la emboscada que le quitó la vida, puede decirse que no vive en el tiempo cronométrico acumulado sino en lo que Octavio Paz llamó el “tiempo mítico” que se configura con todas las particularidades de la vida. En el ensayo “El laberinto de la soledad”, Paz advierte que “toda sociedad moribunda o en trance de esterilidad tiende a salvarse creando un mito de redención” que al mismo tiempo es “mito de fertilidad”. Y en ese proceso es que Zapata se resignifica.

Sin embargo, esta exposición ya generó polémica porque se exhiben detrás de una mampara dos pinturas donde los autores se desprenden del arquetipo masculino del héroe revolucionario para proyectarlo desde una óptica homoerótica: “La Revolución” (2014) de Fabián Cháirez y “A usted bellísimo supremo” (2013) de Miguel Cano.

Particularmente el cuadro de Cháirez está enfrentando el embate de los sectores más reaccionarios y homofóbicos, que consideran un exceso el exquisito trazo con el cual el artista dibujó un sensual personaje desnudo, montado sobre un caballo blanco. El jinete lleva zapatillas, sombrero charro y le destaca su bigote. En ningún lugar el autor revela que “ese” sea el caudillo del sur, pero la curaduría si lo hace para destacar señalando que “el amaneramiento neomexicanista y la perversión del patriotismo revolucionario anularon la alegorización del cuerpo como contenedor de lo nacional para instaurar en su lugar otros cuerpos y subjetividades históricamente excluidos”.

Con esta exposición se proyecta un nuevo capítulo de la homofobia en que sigue navegando la sociedad mexicana. El punto más álgido se presentó este martes cuando irrumpió dentro del Palacio de Bellas Artes un numeroso grupo de “campesinos” encabezados por un personaje llamado Jorge Zapata, quien dice ser el nieto del caudillo (eso es lo menos relevante) y que habla a nombre de sus descendientes ofendidos porque “se denigra la figura de nuestro general pintándolo de gay”. Incluso pidió que lo retiren “por la buenas” ya que mucha gente quiere quemar dicha obra.

La homofobia ha sido un lastre en este país. De acuerdo a un recuento hemerográfico hecho por el activista gay Jaime Cobián, en 1879, el mismo año en que nació Emiliano, el periódico La Libertad publicó en su portada un artículo titulado “El disfraz de la mujer” firmado por Eduardo Pascual y Cuellar, en el que realiza una crítica sobre los hombres afeminados que con el pretexto del carnaval se visten de mujer y de otros que los días de carnaval les parecen pocos y siguen vestidos así, denigrando a los hombres.

Cobián cita otra nota periodística en El Informador titulada “Un afeminado remitido a la penitenciaría”, donde se señala que Juan Casillas fue sorprendido cuando se entregaba al repugnante vicio de respirar el humo de la marihuana y es, además, todo un degenerado. Los datos se corresponden 1919, año en que Zapata fue asesinado.

Es de esperarse que el reclamo formulado por los que usan el apellido (y hasta el bigote) de Zapata con el propósito de adquirir notoriedad así como alguna prebenda por ese “linaje” se supere en la ruta de liberación que la iconografía del revolucionario necesita alcanzar. Hacen falta artistas innovadores para llevarlo por los linderos que su creatividad y libertad les indiquen. Faltaba menos.

Referencias:

  • Paz, Octavio. “El laberinto de la soledad”, Ed. FCE, Vol. 471 de la colección Cultura Popular, 2002, México.
  • Cobián, Jaime. “Los jotos, cronología y diccionario”. Prometeo Editores, 2013, Guadalajara.

 

 

@LuisManuelArell

Aclaración: El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.

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