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No Facebook, no

Luis Manuel Arellano Delgado | 18:05
https://cdn2.excelsior.com.mx/media/pictures/2016/06/07/ladooscuro_header.jpg Luis Manuel Arellano Delgado

 

Con 85 millones de usuarios, Facebook es la más importante plaza pública de México. Su plataforma da voz a todos los sectores e impulsa procesos políticos y culturales. Sin embargo, no es un espacio de libertad.

Las normas comunitarias de Facebook pueden comprenderse, en una primera lectura, porque tienen como finalidad evitar contenidos generados desde el terrorismo, el fanatismo, la esclavitud y trata o la venta ilegal de productos y servicios.

Sin embargo, esas mismas reglas se han convertido en el mayor algoritmo de censura en contra de la sexualidad. En Facebook existe el convencimiento de que es necesario impedir cualquier contenido, por mínimo que sea, relacionado a la temática sexual así sea artística o periodística. No caben excepciones.

Bajo el argumento de que ciertos contenidos pueden ofender a otras personas, Facebook no permite plantarnos frente a nuestros cuerpos, ni nos deja admirar y respetar la desnudez propia o ajena. De esta manera, al impedir la educación sexual y reproductiva, el andamio virtual dirigido por Mark Zuckerberg impide los procesos personales de afirmación, que inevitablemente comienzan con la imagen de nuestros cuerpos.

La aversión en torno a la desnudez y el erotismo está acompañada de una directriz firme ante la violación de dicha norma desde sanciones que incluyen la eliminación no solo de imágenes, videos o palabras juzgadas como “transgresoras”, hasta la suspensión temporal o definitiva de la cuenta personal que haya osado divulgar lo prohibido. Y denegar bajo principios moralizantes, como lo hace Facebook, es censurar.

Al disertar en 1994 sobre los procesos de control de contenidos, el escritor Carlos Monsiváis apuntó: “la censura trabaja sobre los deseos pero también sobre la supresión de lo que podríamos llamar obviedades. Estas obviedades son las realidades del cuerpo, las realidades de la imaginación erótica, algo cercano a la pornografía. En este sentido, la censura es más que todo el método para indicarle a la sociedad las inconveniencias sociales de lo real y lo inevitable”.

En una conversación con la escritora chilena Diamela Eltit, Monsiváis apuntó que las restricciones u amonestaciones sobre la sexualidad hacen invisible al individuo frente a la sociedad. Prácticamente, dijo, la censura “quiere volver sórdido el deseo”.

Y eso es exactamente lo que Facebook está haciendo con el erotismo de quienes en México y el mundo buscan proyectar aproximaciones de la sensualidad a través de dicha red social. Entre los ejemplos recientes sobre la aplicación de esta medida destaca la censura en contra de la obra “Descendimiento de Cristo” de Peter Paul Rubens (1577-1640), que le pareció inapropiada a Facebook a pesar de que no contiene desnudo genital y la imagen fue usada por una organización que promueve el turismo a Bélgica.

Otro caso de hasta dónde puede llegar esta disposición se registró con la Venus de Willendorg, del Museo de Historia Natural de Viena. Se trata de una escultura paleolítica bastante pequeña de hace casi 28 mil años, con una mujer desnuda de formas redondas labrada sobre piedra, que igualmente fue considerada impresentable. Lo mismos sucedió con las imágenes de una estatua de mármol de la Venus de Arlés, que está semidesnuda, y la de un soldado prisionero, desnudo, que representa el triunfo del imperio romano sobre Galia.

Este rechazo a los cuerpos sin ropa no solo aparece en el arte, también en la fotografía periodística. La imagen de una niña desnutrida en Yemen, cubierta con un pañal, que subió a su cuenta de Facebook una periodista en Estados Unidos, también fue considerada inapropiada bajo el argumento de contravenir las normas sobre desnudez y contenido sexual. El listado es interminable.

Monsiváis consideraba como prioritario combatir la censura y señalaba que eso implicaba hacer política. Su posicionamiento fue y es correcto: no pueden aceptarse los criterios de Facebook ni en México ni en ninguna parte del mundo. Hay que decirle no. Hay que impulsar procesos de reflexión que deriven en una demanda masiva para que dicha plataforma libere contenidos de sexualidad amorosa y erótica que mucha falta nos hacen. No es posible que en occidente el papel censor sobre la carne, tradicionalmente alentado desde el Vaticano, ahora lo juegue Facebook. 

 

Referencia

  • Crítica y Censura (pag. 25 a 50), Debate Feminista año 5, volumen 9, marzo de 1994, México.

@LuisManuelArell

 

 

 

 

 

 

 

Aclaración: El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.

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