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Manosear 'la verdad'

Luis Manuel Arellano Delgado | 11:31
https://cdn2.excelsior.com.mx/media/pictures/2016/06/07/ladooscuro_header.jpg Luis Manuel Arellano Delgado

 

Los medios de comunicación son relevantes no porque divulguen la verdad, en realidad la juzgan, la escogen, la editan e incluso la construyen. No van detrás de los sucesos, los acomodan a sus directrices.

El profesor norteamericano Michael Patrick Lynch ha explicado la profunda relación estructural entre el concepto de lo verdadero y los criterios de evidencia creados por las instituciones y los sistemas de poder. De esta manera es que “lo verdadero” juzgado en un momento determinado deja de serlo en otro momento determinado.

¿Dicen la verdad los medios de comunicación?, ¿lo hace algún periodista en particular? Tratar de responder estas preguntas podría derivar en una discusión inacabable, al menos desde la perspectiva de Lynch que plantea el factor relativo de la verdad. Por eso la relevancia del periodismo radica en su capacidad de discernir qué puede ser de interés para la población y qué no, una tarea autoimpuesta, por cierto.

He querido compartir estas reflexiones a propósito de la decisión -la noche del pasado 5 de noviembre- de varias televisoras estadounidenses para suspender la transmisión en vivo del mensaje que el presidente Donald Trump formulaba para acusar fraude en las elecciones por las que ha pretendido reelegirse.

Los periodistas argumentaron que el presidente estaba mintiendo, que no tenía pruebas para sustentar sus afirmaciones de fraude y que el proceso electoral estaba en marcha. Trump aseguró: “si cuentan los votos legales, yo gané fácilmente. Si cuentan los votos ilegales ellos tratarán de robarnos la elección”. A las poderosas televisoras de ese país les pareció inaceptable este mensaje y lo sacaron del aire.

Para esas televisoras ya existían antecedentes de mentira sistemática por parte de Trump, a quien desde la campaña electoral del 2016 y durante sus casi cuatro años de gobierno se le ha documentado el uso sistemático de la mentira. Es obvio que no les sorprendería que Trump recurriera nuevamente a los artilugios retóricos. De hecho esperaban que mintiera de nuevo.

Pero negarle la palabra, definitivamente, no fue un acto de censura. Ese no puede ser el punto a revisar porque elegir contenidos es una prerrogativa de los medios de comunicación, incluso si son relevantes para toda una nación. Las audiencias se construyen a partir de esos criterios.

Desde la perspectiva deontológica que asume al periodismo como garante de “la verdad”, sin embargo, las poderosas televisoras no cumplieron con dicho cometido al sacar del aire al mandatario. No lo hicieron porque las mentiras de Trump son la verdad de su mandato. Es sintomático de esta contradicción que -en contraste- a Joe Biden se le haya presentado como el “ganador proyectado”. ¿Proyectado por quién? Definitivamente por ese tribunal mediático que la prensa norteamericana ha edificado para sí misma.

A su manera, también en México los medios de comunicación hacen política. Y acumulan notoriedad, desprestigio o indiferencia, en la medida que sus propósitos editoriales se definen, pero sobre todo si cuentan con audiencias que compartan dichos criterios. A la prensa mexicana y a la prensa en todo el mundo también le interesa editorialmente el manejo particular de aquellas verdades que sustenten su existencia y continuidad.

En un voluminoso ensayo, el periodista español Alex Grijelmo ha diseccionado el papel que guarda el silencio editorial para la formulación de contenidos. Subraya: “siempre que se dice algo se deja de decir algo. Incluir es excluir… y el acto del habla o del discurso consiste siempre en elegir y en desechar palabras”.

Lo que al gremio periodístico le cuesta entender es que, como advierte Grijelmo, “las noticias no son la única información que el ciudadano recibe”. Volviendo a Trump, el enorme respaldo popular acumulado (ahora incrementó el número de sufragios comparados con la elección de hace cuatro años) no está relacionado con la verdad. Y, por ello, cortar su mensaje “mentiroso” tampoco le quitará respaldo.

Para nuestra realidad, debido a que se han propuesto silenciar periodísticamente las conferencias mañaneras del mandatario mexicano, es importante dimensionar el nivel de valor que alcanza “lo verdadero” al interior de la opinión pública nacional. Andrés Manuel López Obrador no ganó la presidencia por decir la verdad o por distorsionarla, tampoco por decir mentiras.

¿Quién juzgaría y con cuál escala de medición la veracidad de un político cuando la verdad es cambiante? ¿Los medios que todos los días escogen cuál verdad divulgar o que la modifican en el momento de editarla? Quizá la respuesta esté en otro lugar. Juzgar, editorializar, silenciar incluso por los hechos en lugar de la retórica podría ser una alternativa para la prensa mexicana. La otra es asumirse como juzgadores de ese valor que en política será siempre subjetivo, como relativas son las directrices editoriales.

 

Referencia

  • Grijelmo, Álex. “La información del silencio. Cómo se miente contando hechos verdaderos”. Ed. Taurus, 2012, México.

 

 

@LuisManuelArell

 

 

Aclaración: El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.

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