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La culpa no es de Twitter

Luis Manuel Arellano Delgado | 13:49
https://cdn2.excelsior.com.mx/media/pictures/2016/06/07/ladooscuro_header.jpg Luis Manuel Arellano Delgado

 

El microblogging Twitter se convirtió en un engrane estratégico de la globalización digital; por eso postula y defiende sus principios neoliberales. Quien abre un perfil para participar acepta el juego.

Sin duda, en esta plataforma circula información valiosa sustentada en evidencia científica o en el ejercicio profesional del periodismo. Eso no está a discusión. Pero de ninguna manera se puede concluir que la plataforma tenga como propósito ofrecer, identificar o promover “la verdad”.

Lo que sí abunda son los contenidos falsos, engañosos o fraudulentos. Formalmente, Twitter tiene lineamientos para prevenir e incluso intervenir o eliminar esos contenidos y, por paradójico que resulte, son esos contenidos los que han hecho de esta red social, con unos 340 millones de usuarios, no solo un lucrativo mercado económico sino un ágora virtual mundial para la extensión de la política.

Sin embargo, usar una red social como ring de debates ideológicos o para impulsar campañas electorales y convertir la cuenta personal en oficina de prensa institucionalizada, banaliza la política ya que esos contenidos circulan al mismo tiempo que los chismes y frivolidades contenidos en los aproximadamente 500 millones de tuits liberados diariamente.

Y si la verdad no es un producto habitual en esta plataforma, la política ahí canalizada tampoco ofrece certeza. Ni Twitter, pero tampoco, Facebook, Youtube, Google, Instagram, Snapchat, Tik Tok, Whatsapp o Telegram, por citar las más relevantes, son plataformas desde las cuales se pueda hacer política de manera honesta y mucho menos creíble.

Difícil saber en qué momento los creadores del sistema operativo descubrieron el potencial político de Twitter. Algunos analistas ubican esos momentos durante la primera y segunda campaña presidencial de Barak Obama, en 2008 y 2012 respectivamente. Y aunque Twitter ha contribuido a impulsar movimientos sociales e ideológicos fuera de Estados Unidos también se ha confrontado con gobiernos de varios países que lo han proscrito como China e Irán.

Más allá del uso político, lo singular de la expansión de Twitter es que constituye una efectiva plataforma ideológica del neocapitalismo, mediante reglas escritas y no escritas. El manejo de contenidos es discrecional, pero se hace explícito cuando éstos cruzan las directrices ideológicas, incluso en el caso de economías y estados que han impulsado su desarrollo sobre la acumulación de capital, como sucedió con la administración del hoy expresidente Donald Trump, a quien se acusó de no respetar los principios democráticos pero en el fondo se le ubicó como un riesgo para la globalidad, el libre mercado y la individualidad.

Hasta hace algunos años en Twitter no parecían importar los contenidos. En este momento todo indica que las descalificaciones, el incremento de perfiles mediante bots, la promoción de spam y de noticias falsas, así como los linchamientos virtuales ya tienen otra lectura para los directivos de esta empresa, porque sin duda configuran ingredientes que definen la gobernabilidad de cualquier Estado-Nación de corte neoliberal.

Y en México ya lo estamos observando también. No solo ha crecido la vigilancia de contenidos por parte de Twitter, también crece la petición para que intervenga en la difusión de mensajes, memes, hashtag y fotografías con montajes considerados parte de campañas sucias.

¿Tiene derecho Twitter a eliminar información y suspender cuentas? Por supuesto, ya que así está establecido en los términos por los cuales ofrece sus servicios. Lo peligroso es que gradualmente se está convirtiendo en la entidad privada que decide qué sí y qué no es susceptible de amonestación política en México e internacionalmente.

En el 2012, un reporte de país de la Open Society Foundations advertía que “las redes sociales encabezan las preferencias de los usuarios mexicanos de internet por encima de los sitios web de noticias” y reconocía que “el despliegue de las nuevas tecnologías es impulsado por la lógica del mercado”. Pero, según ComScore, citada en este reporte, en el 2009 Twitter no figuraba entre las diez redes sociales más utilizadas en México. Hace falta identificar cuál fue el momento en que su oferta digital se popularizó también en México y particularmente cuándo los partidos políticos, los activistas, pero sobre todo el Estado decidieron operar desde ahí, con sus reglas, tiempos y principios globales. Que no se queje hoy la clase política: la culpa, definitivamente, no es de Twitter.

Referencia

  • Gómez, Rodrigo/Sosa, Gabriel. “Los Medios Digitales: México”. Open Society Foundations. 2011, México

@LuisManuelArell

 

 

 

 

 

 

Aclaración: El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.

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