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El dinero y el futbol

Alonso Monroy | 14:46
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¿Quién dijo que el dinero es la medida de todas las cosas? ¿Desde cuándo el sentido del viaje se esconde en una cifra que se cotiza de manera ficticia y siempre cambia su valor? ¿Por qué la vida se mediría a billetes y según quién las personas se dividen en clases? ¿En qué momento confundimos el verdadero poder?

Si seguimos esta reflexión, encontraremos que el dinero y el futbol son viejos amigos y mantienen una relación histórica llena de egos, claroscuros y misterios. Siempre fueron socios y con los años sus negocios sólo han ido crecido, disparándose en cifras inimaginables. Sus ingresos representan una jugosa mezcla que se obtiene principalmente por los derechos de televisión, los contratos publicitarios, la participación del Estado, el valor de los Clubes, las Ligas, las Selecciones Nacionales, las taquillas del estadio y todas las camisetas vendidas.

Según la revista Forbes, el Barcelona es el club más caro del mundo. La escuadra blaugrana tiene un valor por arriba de los tres billones y medio de euros, y es que en su plantilla destacan los 160 millones de euros que vale la carta del argentino Lionel Messi y los 190 millones de dólares que vale su cláusula de rescisión. Sólo en la temporada actual, el Barcelona pagó 140 millones de euros por Philippe Coutinho y en el 2017 vendió a Neymar en un valor estimado de mercado por 180 millones de euros. 

Si continuamos con el ranking de los futbolistas mejores pagados del mundo, no se puede omitir el valor del egipcio Mohamed Salah del Liverpool por 150 millones de euros, el de Neymar por 180 millones de euros y el del francés Kylian Mbappé que, con tan sólo 20 años de edad, tiene un valor en el mercado de 200 millones de euros. 

Si volteamos a México, expertos estiman que el valor del negocio alcanza los 100 billones de pesos y es uno de los tres mercados mejores pagados en todo el continente. El valor del Club América se calcula en 220 millones de dólares y su plantilla sobrepasa los 70 millones de billetes verdes y tan sólo el precio estimado del Estadio Azteca es de 107 millones de dólares. Por su parte, esta temporada la plantilla de Tigres de la UANL tiene un precio estimado en el mercado por 70 millones de euros, mientras que el Club Monterrey alcanza los 83 millones de euros. 

Y aunque con este panorama pareciera que el futbol se resume en número fríos, cifras y contratos millonarios, soy de los que piensa que el futbol es casi todo lo contrario. Es infinitamente más. Aunque existe una enorme industria a su alrededor, no podemos olvidar que al final la esencia del futbol siempre será el juego. El ritual de la pelota que convoca a dos equipos para que desplieguen toda su magia y genialidad. Porque después de la batalla en la cancha, lo que quedan son los momentos. Odiseas de piratas y sirenas que cambiaron el devenir del deporte más querido del universo.

Porque el futbol es una pasión que circula entre las venas y juega de manera caprichosa con el ánimo del aficionado. Es terapia y catarsis. Es un tren que carga y descarga agresiones, miedos y deseos. Un dogma que evoca conjuros, aprendices y maestros. Un paseo por el campo de los sueños. La ironía de los Dioses del estadio y esa sensación de levedad del alma cuando cae el gol en el terreno ajeno. La alegría y la tristeza en constante movimiento. La adrenalina y todo el sentimiento.

Al final, pienso que el futbol y el dinero se necesitan uno al otro para crecer en un punto medio. El primer gran error sería pensar que el dinero y el futbol están peleados o no pueden trabajar de la mano. Sin embargo, el modelo de negocio del futbol debe respetar la esencia del juego y de manera inteligente hacer sinergia con el área deportiva para encontrar un verdadero desarrollo sostenible y replicable. El dinero que genere puede encaminarse a buscar un crecimiento deportivo y un auténtico semillero de talentos. Un negocio que deje un legado, más allá de sus estados financieros.

Estoy convencido que las áreas deportivas y comerciales deben encontrar fronteras muy claras y transparentes. Los límites deben respetarse y entre ambos debe guardarse una autonomía. No todos los espacios, momentos y experiencias del futbol pueden estar a la venta. No se debe "paquetear" económicamente la intimidad del futbolista y la prioridad siempre será el juego, el espectáculo y sus protagonistas. Los anunciantes deben saber cuándo dejar jugar y los dueños del negocio no lo pueden poner todo en juego.

Porque el segundo error sería pensar que el futbol debe explotarse económicamente hasta agotar todos sus recursos y oportunidades. Tiene que haber un balance. Y es que aunque es cierto que el futbol como deporte no podría existir sin dinero, también es una realidad que el inmenso negocio del futbol se desinflaría si algún día los once de la tribu y todos sus seguidores dejaran de disfrutar el juego. El simple placer del juego.

Referencias:

https://www.transfermarkt.es

 

Aclaración: El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.

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