CIUDAD DE MÉXICO.

La larguísima cuarentena le juntó el lavado con el plancha­do a SEAT, así que, tras varios meses calladitos, cerraron el 2020 a tambor batiente.

Con tres camionetas en su portafolio de productos, dos hatchbacks y ya ningún se­dán, la popularidad de sus SUV los motivó a impulsar con más fuerza productos como la Ta­rraco, a la que la llegada de una versión FR vino a refrescar.

Este par de letras le adjudi­caron al vehículo de tres filas de asientos de la firma española un look más deportivo y juvenil, así como una serie de atributos que los amantes de la personaliza­ción realmente agradecerán.

 

 

Cuando tengan una enfren­te abran bien los ojos, pues po­drán encontrar muchos detalles de diseño que poco a poco irán definiendo el futuro de la marca española.

Pero dejando de lado la bola de cristal para enfocarnos en lo que tenemos enfrente, nos lla­ma la atención la nueva parri­lla, el juego de molduras que le han incorporado para darle más volumen y carácter a su nueva propuesta de diseño, con acce­sorios como nuevos rines, aho­ra de 19 pulgadas y exclusivos para esta versión, la pintura que llega a lugares en los que antes no se aplicaba y los contrastes en color Gris Cosmo que le dan un toque más deportivo; la Ta­rraco FR pretende revolucio­nar la oferta del segmento con algo que otros competidores no ofrecen.

 

 

Al abrir la puerta del con­ductor y abrocharnos el cintu­rón de seguridad nos reciben agradables cambios, como un nuevo tablero digital, el cual es posible configurar de distintos modos, así como una conso­la central cuya interfaz ahora integra una pantalla táctil de ocho pulgadas, desde la cual se manipula el sistema de au­dio Beats con ocho bocinas; que se hace acompañar de conectividad Apple CarPlay y Android Auto, para que la pantalla se convierta en un espejo de lo que te­nemos en nuestro te­léfono móvil, y para facilitarnos la vida.

Al engranar la reversa, apa­reció la imagen de una cámara ubicada en la parte posterior, acompañada de una proyec­ción de 360 grados, que para este tipo de camionetas es cada vez más común y ya parece indispensable.

Detrás del volante, que es­trena un nuevo diseño para la marca y presume costuras ex­puestas, hay paletas desde las que es posible hacer los cam­bios de la transmisión DSG de seis velocidades.

 

 

La agradable textura del ma­terial textil con el que fueron forrados los asientos deportivos tipo cubo, te acaricia cuando te sientas, y refleja el empeño que ha puesto la firma españo­la para ofrecer una experiencia superior y que se redondea con accesorios como el enorme techo panorámico que te hacen sentir en un auto de primera clase.

La calidad de los en­sambles y materiales es evidente y refleja su origen, pues esta camioneta está hecha en la mismísima casa matriz de Volkswagen, en la planta de Wolfsburg, Alemania.

SEAT dispuso de un nuevo sello lumínico, gracias a faros más estilizados con luz diurna LED, que consolidan la perso­nalidad de los autos españoles.

Bajo el cofre encontraremos el mismo motor 1.4 litros turbo al que la Tarraco nos tenía acos­tumbrados, un cuatro cilindros que pone bajo el pedal del ace­lerador, dotado de aplicaciones metálicas de aluminio, 150 ca­ballos de fuerza y la nada des­preciable cifra de 184 libras-pie de torque.

 

 

Para ser sinceros, esperába­mos que con el arribo de tan emotivo look vinieran más po­tencia, sin embargo, incluso en España, la versión FR trae los mismos 150 caballos que aquí, eso sí, allá hay versiones híbri­das enchufables y diésel con otra configuración; así que para tener más potencia la firma deja a las versiones Cupra de Ateca ese privilegio.

MUY EUROPEA

Sin embargo, la Tarraco gana muchos puntos por sus nive­les de seguridad, propios de un auto europeo, con una lar­ga lista de asistencias electró­nicas que evitan que pierdas la camioenta en situaciones de peligro y te brindan tranquili­dad cuando viajas acompa­ñado, su manejo es más el de un auto que el de una camioneta, pues se siente estable y de buenos mo­dales, los que te hacen sentir que no vas tan rápido, inclusive por los niveles de inso­norización, una grata experien­cia para quie­nes aman el manejo.

 

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