Adrenalina360

Con una distribución de los jugadores en el campo casi conmemorativa de la selección española de los mediocampistas, que hace justamente diez años se coronó en Sudáfrica, el Madrid prácticamente sentenció La Liga el lunes pasado. Al igual que lo hiciera Vicente del Bosque en el duelo definitivo en Johannesburgo ante la Holanda menos vistosa y más pragmática de la que se tenga registro, Zinedine Zidane encontró el mejor funcionamiento de los blancos en la presente temporada apostando por una formación con cinco volantes y un solo ariete, que tiene alma de medio y más influencia en el juego que contundencia goleadora. Zizou es quizás el más ninguneado de los entrenadores del primer nivel europeo, pero con trabajo y sin declaraciones rimbombantes ha venido demostrado su valía. Sus detractores, si es que existe todavía algún atrevido, lo acusan de carecer entre sus capacidades grandes virtudes tácticas y estrategias. ¿Por se instaló esta percepción? Vaya uno a saber, pero yo no tendría argumentos para sostenerlo. Si bien celebro y disfruto que forme parte de la agenda de los medios la discusión sobre las variantes estratégicas y tácticas del juego, es un síntoma de miopía pretender analizar un partido, o la situación particular de un equipo, sin considerar otras muchísimas variables que influyen en el funcionamiento de un conjunto, por cierto, todas manejadas de maravillas por el francés.

Sin dudas, es mucho más la influencia que puede ejercer un entrenador sobre el funcionamiento colectivo aportando en la mejora del rendimiento de cada uno de los jugadores, que las directrices que pueda establecer desde “la pizarra” como pretenden instalar algunos que analizan los partidos como si se tratara de ajedrez.

Zidane es un apóstol del sentido común. Partiendo de allí desarrolla su exitoso manual de gestión. Todo lo que dice, o deja de decir públicamente, es un mensaje para fortalecer el grupo; jamás se equivocó en una rueda de prensa. No inventa cosas raras y generablemente utiliza los futbolistas en el lugar de campo donde más veces tienen que desarrollar las acciones que mejor desempeñan. Así ha potenciado el rendimiento de varios. Casemiro y Valverde son dos claros ejemplos. Con solidez defensiva y variantes colectivas superó la pandemia de contundencia que significó la partida de CR7.

Desde la normalidad y sin extravagancias parece haber encontrado todas las soluciones que hasta el momento le ha presentado su trajinar como director técnico.