Pablo Carrillo

Pablo Carrillo
La neurona

Vivir

30 de Octubre de 2020

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Fanáticos del deporte, les invito a recordar lo que sucedió hace 39 años y siete días, exactamente un 23 de octubre de 1981, se escribió una de las páginas más brillantes del deporte en nuestro país, gracias a la culminación de una temporada que a la postre resultó histórica e inolvidable ante el surgimiento del Fernando El Toro Valenzuela, que ese día lanzó toda la ruta ante los poderosos bats de los Yanquis de Nueva York, para imponerse con sus lanzamientos, en especial el screwball, que era veneno puro para los cañones de los Mulos de Manhattan.

Resulta impensable en nuestros días que un pitcher se mantenga en el montículo las nueve entradas, más tratándose de una Serie Mundial. Sin embargo, en aquellos tiempos lo que mandaba no eran las estadísticas y las probabilidades que dictan las cifras en meticulosos estudios de computadoras, era el feeling del manager y las agallas de los peloteros. Hoy eso es simplemente un episodio del pasado.

Regresando a lo acontecido hace 39 años y siete días, El Toro de Etchohuaquila, municipio de Navojoa, en el estado de Sonora, había sacudido a las Grandes Ligas, ya que con tan sólo 20 años fue líder de varios rubros en la temporada; entradas lanzadas con 193 1/3, más bateadores enfrentados 758, ponches 180, lanzó 11 juegos completos de 25 que inició. Una leyenda numérica.

Recibió de Tommy Lasorda la oportunidad de abrir el tercer juego de la Serie Mundial, en la que, por cierto, los Yanquis en casa habían tomado una ventaja de 2-0. Era ganar o ganar, y ahí estuvo el portentoso pitcher sonorense, lanzó toda la ruta, se mostró portentoso enfrentando a Dave Righetti y remató una temporada única, la de la Fernandomanía, pues de ahí en adelante los de Los Ángeles lograron revertir un inicio adverso 0-2, para proclamarse campeones.

Ahora los recuerdos se agolparon en el marco del triunfo de los Dodgers, con el sinaloense Julio Urías enorme, de la mano del nayarita Víctor González, que han escrito sus propias páginas imborrables en la historia del equipo angelino, así como de la Serie Mundial. Inevitablemente, el recuerdo de aquellas veladas viendo al Toro al lado de mi abuelo y mi padre me hicieron extrañarlos, como casi siempre, haciendo muy emotivo y especial el triunfo de los Dodgers. Muchos recuerdos, mucha alegría y nostalgia, algunas lágrimas, sin duda una maravilla lo vivido la noche del martes.

Por cierto, ayer anunciaron un reconocimiento a Fernando Valenzuela en el marco de los Premios Nacionales de Deportes. Muy merecido cualquier reconocimiento a uno de los más grandes de la historia del deporte mexicano, al que injustamente no lo han entronizado al Salón de la Fama de las Grandes Ligas. Lo merece.

 

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