Pablo Carrillo

Pablo Carrillo
La neurona

Gran década

13 de Diciembre de 2020

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Finalizó muy temprano esta mañana la temporada 2020 de la Fórmula 1 que, dicho sea de paso, ha significado un inmenso esfuerzo de Liberty Media, propietarios de la categoría, que ante la pandemia lograron estructurar una campaña de supervivencia y, honestamente, lo hicieron muy bien. Con fechas dobles y casi toda la temporada en Europa, pudieron cumplir con los compromisos publicitarios. Hacerlo fue toda una proeza empresarial.

Por lo que al asunto de Checo Pérez se refiere, es evidente, ante su despedida en el marco del Gran Premio de Abu Dabi, que era un sincero adiós. En su casco sintetizó algunos de los números que lo acompañaron, la cantidad de carreras, los podios y puntos acumulados, pero, más aún, un sincero gracias, pues han sido muchas las marcas que lo han apoyado a lo largo del trayecto. En particular, ese agradecimiento en mayúsculas debe ser para Carlos Slim Domit, un apasionado del automovilismo que cumplió dos de sus sueños: llevar a un piloto mexicano hasta la máxima categoría del deporte motor y traer de nueva cuenta un Gran Premio, cuestión que logró de la mano de Alejandro Soberón, el cerebro de Grupo CIE.

Ha sido un tiempo de ensueño para la gran afición al automovilismo de nuestro país. Honestamente, se van a extrañar las carreras con un mexicano. Incluso añoramos los tiempos en los que eran dos, pues además de Pérez tuvimos a Esteban Gutiérrez, algo inaudito.

El panorama no se ve tan alentador hacia el futuro, sólo espero que no tengan que pasar treinta años para ver de nueva cuenta a un piloto mexicano en F1, como sucedió con Héctor Alonso Rebaque, quien terminó su trayectoria en la F1 en 1981, y desde ahí nos fuimos hasta el 2011, cuando Checo llegó a manejar para el equipo Sauber en el gran circo del automovilismo.

Aún existe una pequeña y remota posibilidad para que el piloto tapatío continúe en la Fórmula 1. Insisto, es muy poco probable, sin embargo, mientras exista, habrá que tener todas las veladoras encendidas para que el milagro se haga. Lo único que me resta como un asiduo aficionado al automovilismo, y a la F1 desde niño, es agradecer estos maravillosos diez años de gran presencia mexicana, de proyectar desde esa maravillosa plataforma a un México exitoso, a una nación que, además de muy aficionada, se ha distinguido por ser una de las más cálidas y entusiastas, provocando inmensas entradas. Y ya ni hablar de la maravillosa organización que CIE ha logrado.

Sinceramente, y así como decía el casco de Checo en la última carrera…

Gracias.

 

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