Futuro incierto II

Pablo Carrillo

 

Ayer al mediodía y, por cierto, con un retraso de 40 minutos, Checo Pérez acudió virtualmente a una conferencia de prensa a la que había convocado desde la semana pasada, en la que, francamente, no aportó nada nuevo a los medios, quienes participaban a la espera de algún dato o pista que permitiera intuir algo en torno al probable cambio de equipo del tapatío en 2021. Lamentablemente, no sólo fue un evento que comenzó tarde, sino que tampoco hubo, como se denomina en la jerga periodística, carnita, sólo lo mismo que ya se conocía.

Para aquellos esperanzados en que el volante nacional pudiese ocupar el asiento que ha pertenecido esta temporada al inglés, de origen tailandés, Alex Albon, no hubo avances, pues a pesar de que el inglés-tailandés ha participado con más pena que gloria, cuenta con fuerte apoyo al interior de la empresa, la cual ha encontrado en la mercadotecnia del automovilismo de la Fórmula 1 un gran vehículo para publicitar sus bebidas energéticas. La versión de que Albon sería dado de baja del equipo austriaco, cada vez es más débil, mientras que por lo dicho en el marco de la conferencia de prensa por Checo, el asunto parece más un buen deseo de los aficionados mexicanos, que una real posibilidad, incluso, parecería más una versión de la prensa mexicana, que un tema posible.

Checo conversó a lo largo de la conferencia diciendo que existen propuestas reales para 2022, incluso que en la próxima campaña algunos equipos de gran peso en la F1 le han extendido una propuesta para ser un piloto sustituto. Algo así como el Nico Hulkenberg de los grandes, cuestión que es posible gracias a su capacidad probada y a su súper licencia de la FIA, sin embargo, entre líneas se puede leer que el tapatío prácticamente se está despidiendo de la máxima categoría del mundo motor. Mencionó que llevó a estas últimas carreras a su familia para que estén con él en lo que podría ser su adiós.

Le doy un dato para documentar el pesimismo: la empresa Red Bull, fundada en 1984 por el austriaco Dieter Mateschitz, acudió a los mercados financieros para catapultar su brillante idea de bebidas energéticas. Y ahí estuvo presente el magnate tailandés Chaleo Yoovidhya, quien desde entonces poseía 51 por ciento de las acciones, mismas que al fallecer heredó a sus hijos, representados por Chalerm Yoovidhya. Por lo anterior, podrá usted intuir que el asunto de Albon pasa más por un tema de nacionalismo que de capacidad. Los intereses de los accionistas mayoritarios de Red Bull están con su compatriota, quien después de su podio, una vez que se rompió el motor del auto de Checo, ha estado muy firme.

Lástima.

 

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