Pablo Carrillo

Pablo Carrillo
La neurona

Chela y Carlos

10 de Noviembre de 2020

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Supongo que aún estarán festejando el triunfo de su hijo Carlos Ortiz en el Houston Open. Vaya que lo merecen, pues desde que tengo el gusto de conocerlos siempre han estado apoyando y acompañando a sus hijos.

Recordé aquel festejo en la casa que rentaron en Augusta para arropar a Álvaro en su participación en el Masters, gracias a su triunfo en el LAAC, el campeonato amateur latinoamericano. Se me quedaron muy adentro aquellas palabras de Carlos papá dijo cuando agradeció a todos los familiares y amigos que estuvieron a su lado en el inolvidable torneo, máxime que también habían pasado 40 años sin un mexicano.

Curiosamente, el último en hacerlo fue Víctor Regalado, en 1979, el mismo que también fue el último mexicano en ganar un torneo del PGA Tour en 1978. Hoy tuve el gusto de entrevistar al gran Regalado que sigue, a sus 72 años, jugando golf varias veces a la semana y se encuentra de maravilla. Quizá no ha sido debidamente reconocido por sus logros, hoy tan sonados gracias a los Ortiz.

Aquella tarde de domingo en Augusta, Carlos, en el emotivo mensaje a Álvaro y a todos los presentes, nos hizo conmovernos hasta las lágrimas. La alegría era intensa por la gesta que había logrado el menor de los hermanos golfistas.

Me identifiqué con Carlos papá, habló con amor paterno con mucha emoción, pues era un gran momento en la historia del golf mexicano, y apenas año y medio después, Carlos escribe otro de dimensiones también gigantes.

Chela y Carlos, cientos, quizá miles de veces, como muchos otros padres de familia, se entregaron para apoyar a los hijos, como sucede por toda la geografía nacional, pues los papás llevan a sus hijos a las giras nacionales, infantiles y juveniles, que organiza eficazmente la Federación Mexicana de Golf, presidida por Jorge Robleda.

El golf nacional, pues, se debe, en gran medida, a la entrega de los padres y madres, quienes se dedican a llevar a los hijos a torneos de su zona, más adelante a los nacionales, y así es un constante esfuerzo por siempre estar con ellos, desde que son pequeñines en los torneos, costumbre que los Ortiz siguen haciendo la mayor cantidad de ocasiones, caminan todo el campo al lado de sus vástagos, un apoyo notable.

Mi más sincera felicitación a todos los que, al igual que Chela y Carlos, están siempre apoyando, motivando y educando en valores a los hijos, pues el deporte es, sin duda, una gran herramienta de aprendizaje, de disciplina, de formar mejores personas, mejores mexicanos.

Felicidades a todos.

 

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