¡Gracias, Checo!

Mi afición por la Fórmula 1 comenzó a temprana edad. Mi pasión por los deportes era tanta, que el importante serial de automovilismo no podía ser la excepción. Desde que tengo recuerdos, veía las carreras, sin importar la hora, ya fuera muy temprano por la mañana o por la madrugada.

Las primeras memorias que tengo van de la mano de algunos pilotos legendarios del deporte motor: Gilles Villeneuve, Nelson Piquet, Niki Lauda, Alain Prost, y poco después irrumpió el mítico Ayrton Senna. Durante los primeros años de la década de los 80 fue creciendo mi gusto por las carreras de autos, viendo a esos maestros al volante, y fue en esa época que tuve la oportunidad de ver a un mexicano en Fórmula 1 por primera vez. Ahí alcancé a observar las últimas temporadas de Héctor Alonso Rebaque, a bordo de su Brabham.

Una vez que su paso por la F1 terminó, la espera por volver a ver a otro piloto de nuestro país se prolongó mucho. Por un tiempo pensé que no volvería a ver a otro ahí. Por fortuna llegó el día de que un mexicano se volvió a subir a un auto del famoso serial, cuando Sergio Pérez fue contratado por Sauber y debutó en la temporada 2011.

La llegada de Checo fue muy emocionante y, aunque sabíamos que no serían fáciles las cosas en un equipo tan pequeño, el simple hecho de tenerlo ahí era motivo de orgullo. Y durante sus 10 años compitiendo al más alto nivel, con altas, bajas, muy bajas, grandes momentos e incertidumbre, México tuvo a un representante, gracias a su esfuerzo y tenacidad. Es cierto que en el camino cometió errores, y no sólo me refiero dentro de la pista, también los hubo fuera de ella; todo parte de un proceso que lo ha transformado en un piloto muy profesional e inteligente, razón por la cual se ha mantenido vigente.

Durante este complicado año había logrado algunos grandes resultados, razón por la que ha peleado por el cuarto lugar del campeonato, a pesar de perderse un par de carreras tras su contagio de covid-19. Pero faltaba el resultado más esperado, una bandera de cuadros, y ésa llegó el domingo en Baréin.

El sueño dejó de serlo, para ahora convertirse en realidad, un mexicano ganó un Gran Premio por primera vez en más de 50 años; lo que hizo ya está junto a las hazañas de Pedro Rodríguez en 1967 en Sudáfrica y en Bélgica durante 1970.

El tapatío nos brindó una brillante actuación, con una remontada épica desde el último lugar, tras el incidente de la primera vuelta, para subirse a lo más alto del podio. Fue increíble ver la bandera mexicana y escuchar nuestro Himno; es uno de esos recuerdos que siempre me acompañarán. El 6 de diciembre de 2020 será imborrable en la historia de nuestro deporte. ¡Gracias, Checo!

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