Arturo Xicoténcatl

Arturo Xicoténcatl
El espejo de tinta

Pilar de Kenia

15 de Septiembre de 2020

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Rapidez terminal explosiva contra rapidez y resistencia, marcan las coordenadas de la táctica y la estrategia, acaso como en ninguna otra prueba en la distancia de los 1,500 metros lisos. Cada atleta con alguna de estas características innatas, congénitas, las emplea en su lucha olímpica o de Campeonato Mundial o en otras de menor jerarquía deportiva.

El hombre de rapidez y resistencia establece desde el principio un ritmo irresistible con el fin de minar la capacidad física del adversario que posee la velocidad terminal mortífera. Un duelo a muerte in crescendo, acelerado y enérgico, como en la coda sinfónica.

Antes de los JO de 1968, el fuego de los 1,500 m crepitaba desde unos tres años atrás. El estadunidense Jim Ryun, nacido el 27 de abril de 1947 en Wichita, Kansas, que había devorado, entre los 15 y los 19 años de edad, cuatro mil horas de intenso entrenamiento, llegaba a México invicto en los últimos tres años y con las plusmarcas mundiales de los 1,500 y la milla. Era el gran favorito. Su velocidad terminal era letal. En 1966 derrotó en la milla al keniano Kipchoge Keino en Los Ángeles y en Londres. Refieren que Keino, 17 de enero de 1940, de la tribu Nandi, huérfano desde los cuatro años y cuidador de un rebaño de cabras, dio muestras de su enorme capacidad para la carrera atlética cuando a los diez años voló con alas en los pies al ver cómo un leopardo, ahí muy cerca a unos cuantos metros como para contarle las manchas,  mataba y devorada con rapidez a una de sus cabras.

Era los dos polos de atracción en el estadio de CU. El superfavorito Ryun había fulminado la rapidez resistencial de Keino con mortífera velocidad final; se presentó con su invicto y emblemáticos records. Keino planificó el plan de ataque con la colaboración y sacrificio deportivo de Ben Jipcho, tiempo después el primer plusmarquista mundial de Kenia en los 3,000 m steepklechase y medalla de plata en Múnich 1972, después de Keino.

Jipcho fue el pacemaker, liebre o marcapasos de Keino. Tras el seco sonido de salida, Jipcho se disparó como un rayo y cruzó los 400 m en 56 segundos; tras él, en persecución frenética, Keino y un poco más atrás, el alemán Bodo Tümmler y confiando en sus antecedentes Jim Ryun con su olfato lobuno listo a atacar como relámpago en los metros finales. Poco se sabía en aquella época de los efectos de la altitud.

Con su paso de locomotora, Keino tomó el liderazgo poco antes de los 800 (1:55.3, un paso suicida) y 1,200 (2:53.4). Conquistó el oro en 3:34.91. Jim Ryun logró la plata en 3:37.89; bronce fue Tümmler 3:39.08. Décimo fue Jipcho. En las estadísticas, el olvido. Falleció el 24 de julio en Eldoret. En la memoria del atletismo keniano el pilar en el que Keino edificó una de las más espectaculares victorias olímpicas.

 

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