Músicos del Titanic

Arturo Xicoténcatl

 

Las calles semidesiertas y las farmacias y los súper, llenos, con grandes colas, como si estuviesen regalando medicinas y alimentos. Las llamadas compras de pánico en la Ciudad de México en previsión a lo que pueda ocurrir en los próximos días. Un espectáculo asociado o de lo que nos hemos enterado en los últimos días a través de la pantalla de cristal y los medios de comunicación como causa del avance mundial del coronavirus: estadios vacíos, sin espectadores, aunque con deportistas en cumplimiento del placer del juego, de la competencia y de su actividad profesional, que también cumple con la enorme función social de proyectar una atmósfera agradable, lúdica y que puede ser utilizada por los políticos como un distractor para beneficio de sus intereses individuales y de partido y no de la colectividad.

El tradicional maratón de Boston es uno de los últimos grandes espectáculos deportivos en ser cancelado, como ha sucedido con otras actividades deportivas en Estados Unidos. Cada quien comunica su propia visión y estilo de la situación. Las imágenes que llegan de Italia confortan con un pueblo que, en la adversidad, muestra no sólo sentido social, sino alegría, al cantar aquella preciosa canción de Domenico Modugno, Azul pintado de azul, Volare, Nel blu dipinto di blu, que causó euforia allá por la década de los 60 y que hace unas semanas se recordara en un video con la emotiva vida de Domenico.

Un eco de aliento se recibe con pruebas de la vacuna contra el coronavirus. Igual, hasta cierto punto es un mensaje más que alentador la noticia de que los Juegos Olímpicos de Tokio no se cancelan. En situación paralela, abre hoy en Ekaterimburgo, Rusia, el torneo de ajedrez de candidatos, un certamen en el que concurren ocho líderes del tablero a combatir durante tres semanas y cuyo vencedor desafiará la corona del noruego Magnus Carlsen.

La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), que preside el ruso Arkady Dvorkovich, afirma que la competencia cumple con todas las medidas de seguridad al servicio de la salud que recomienda la Organización Mundial de la Salud, así como el Comité Olímpico Internacional y las autoridades médicas de la ciudad.

No es que impere en ellos, en los organizadores de los Juegos Olímpicos o del certamen ajedrecístico, la pasión del fanático y carezcan de sentido de responsabilidad y los efectúen a rajatabla. Rusos y japoneses son países con la experiencia histórica, en carne propia, del mayor sufrimiento que hayan provocado las guerras en su territorio.

En este tipo de decisiones apreciemos la madurez. No son los músicos del Titanic. Hay otro espíritu ante la situación más adversa, muy diferente a la que se proyecta en México, en la que el político dice una cosa y el que está al cuidado de la salud, otra.

 

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