Arturo Xicoténcatl

Arturo Xicoténcatl
El espejo de tinta

Frustración

18 de Diciembre de 2020

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Es probable que cuando se rompa el récord mundial de los 400 m planos, en poder de la alemana demócrata Marita Koch (47.60, el 6 de octubre de 1985 en Canberra) y se compare con la futura referencia, se llegue a la conclusión de que “el viejo” RM, el de Marita, es de calidad superior al “nuevo”, aunque éste sea mucho más rápido. En 35 años han cambiado los sistemas de acondicionamiento físico, las sociedades, el deporte, el vértigo de la tecnología, los intereses comerciales. Hoy son otras las condiciones de la competencia, muy diferentes.

Dos milímetros más en el tacón de espuma de los 40 milímetros permitidos por la IAAF, ahora la World Athletic (WA) y el añadido de una placa de carbono han permitido al keniano Eliud Kipchoge, como lo hemos expresado, una mejoría de dos minutos en su récord mundial oficial.

Los nuevos RMs en en fondo, 5 y 10,000 m planos, y en medio maratón y maratón, son la consecuencia del proceso evolutivo de la tecnología combinada con el ingente esfuerzo de los atletas. Pero hay un dejo de desilusión cuando los atletas se percatan de que las nuevas marcas han sido realizadas en otro marco de competencia muy diferente en el que compitieron, por ejemplo, Paula Radcliffe o Kenenisa Bekele. Algunos especialistas calculan que si Bekele hubiese empleado las nuevas zapatillas, habría corrido el maratón en menos de 2 horas y debajo de 26 minutos los 10,000 m.

La piedra angular del deporte es competir en igualdad de circunstancias. Este equilibrio de lucha, que en realidad no es totalmente verdadero —lo hemos explicado en otras ocasiones, empezando por la fuerza gravitacional que es diferente en cualquier punto de la Tierra, de tal manera que los 100 m lisos son diferentes cuando se corren en Oslo, París, Caracas, México, Río de Janeiro…— por factores físicos y otros sicológicos, como puede ser la jerarquía, la trascendencia de la competencia, los premios y las consecuencias de la victoria durante los siguientes cuatro años, la atmósfera creada por los espectadores. La tecnología transformó aquella piedra angular.

Sorprende que, quienes dirigen el atletismo internacional, vean los nuevos récords con naturalidad y no se den cuenta del nacimiento de otra época provocada por la tecnología. Acaso no lo perciba la WA porque en sus ojos anida el materialismo, el engaño, la hipocresía, con los grandes beneficios económicos que se producen y derivan a costa de romper y desvirtuar el atletismo clásico, de provocar una enorme frustración entre grandes atletas, que ven cómo otros, sin tanta clase, corren más rápido.

¿Por qué los atletas no protestan? Se conjugan intereses comerciales con la incompetencia, poder y mediocre criterio deportivo de Sebastian Coe, y acaso el retiro y el origen humilde de los atletas.

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