Correa y los anuncios

Estamos cerca de saber (3 pm del centro de México) quiénes serán los elegidos al Salón de la Fama de Cooperstown, Nueva York, el lugar donde se han consolidado en un nicho de “inmortalidad” las máximas figuras del mejor beisbol del mundo.

El párrafo anterior parece una osada letanía, una vanidad en torno a un “cuáles sí y cuáles no” en una historia juzgada por unas plumas conocedoras de este maravilloso deporte.

Este es EL TEMA para estos días donde el beisbol se debate, quizá no entre la vida y la muerte, en un pantano de ese silencio al cual casi podemos catalogar como “violencia sicológica”: ni los dueños han cedido ni la representación sindical de los peloteros ha dicho “pío” en cuanto a una intención de arreglo en cuanto al nuevo contrato colectivo.

Justo cuando veíamos en el MLB Network un maravilloso documental del inicio de la franquicia de los Expos de Montreal, en el hoy extinto Jarry Park, nos damos cuenta de que está en juego mucho más que romanticismo en esta era de un entretenimiento —forzado por las circunstancias— en casa. En tal contexto es donde podemos ver el anuncio de Carlos Correa como una lectura importante para nuestro rey de los deportes. 

El hecho de que este espectacular paracorto boricua anuncie que será ahora representado por el admirado / temido “superagente” Scott Boras, es un claro indicador de cómo el mercado DEBE SEGUIR en un dinamismo respecto de este mercado de millones y millones de dólares.

Ha estado en la polémica Carlos Correa, aquel muchacho espigado primera selección —con mucho ruido— por los Astros de Houston, que querían salir de años oscuros y volverse los campeones que sí llegaron a ser, cuando este tremendo pelotero aventó declaraciones sobre Derek Jeter para ganarse algo de animadversión sumada a la participación precisamente a los cuestionados “espaciales de los basureros”, para decir esto último con cierta elegancia.

No cabe duda que esos Astros eran un equipazo con el chaparrito atómico José Altuve, el superatleta George Springer, el bat humeante del tocayo Alex Bregman y este Carlos Correa, quien hoy busca un millonario contrato.

El mercado y el impasse nos dirán —en este mundo tan interconectado— si el paracorto vale ese dineral, si los dueños y peloteros pueden acceder a un punto de acuerdo y… para este autor lo más MÁS importante: si la pelota verdaderamente estará congraciándose con la historia al elegir a Barry Bonds y a Roger Clemens al Salón de la Fama.

Ya si ahí llega el “Big Papi” David Ortiz más por simpatía que por números, ok, si bloquearon a Curt Schilling por esa supuesta y aberrante moralidad, es una afrenta.

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