CIUDAD DE MÉXICO.
El lanzador dominicano Wirfin Obispo llegó en 2016 a los Sultanes de Monterrey sin imaginar la historia que iba a escribir con este conjunto.
En lo colectivo, el año pasado colaboró para que los regiomontanos rompieran una sequía de 11 años sin campeonato al lograr la décima corona en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB).
En lo individual, con 93 salvamentos, se ubica en el segundo lugar de todos los tiempos de la franquicia y está a sólo cinco de la marca que posee Miguel Rubio (98).
Desde que llegué me encantó el equipo, la ciudad y los compañeros”, dijo Obispo, quien ha asistido a tres Juegos de Estrellas de LMB. “Pasé mucho tiempo en Estados Unidos, otro poco en Japón y regresar a hablar tu idioma, además en una pelota muy muy competitiva, creo ese debe poner feliz a cualquiera.
Desde el principio aquí el objetivo era ser campeón. Era increíble cómo se nos había negado, incluso yo notaba hasta resignación en la afición y en algunos compañeros, pero estaba seguro que el título iba a llegar. Cuando juegas tan bien, en el algún momento se tienen que dar las cosas”.
Obispo, de 34 años, ha sido testigo de la evolución que se ha tenido en el beisbol mexicano. El incremento de nivel con los jugadores de doble nacionalidad y la infraestructura, con la renovación de algunos estadios, incluido el de Sultanes y el nuevo Alfredo Harp Helú, de los Diablos Rojos del México.
Algunos compañeros dominicanos se han equivocado rotundamente al llegar a esta liga pensando que será fácil. Es un nivel muy alto, y ha ido aumentando más cada año”.
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