Ricardo Rodríguez; trágico fin de un campeón

Al entrenar para su última carrera se mató, a 150 km por hora se estrelló en la cerca del autódromo

CIUDAD DE MÉXICO, 1 de noviembre.- Ricardo Rodríguez, el joven y famoso corredor de automóviles mexicano, se mató ayer, a las 17:08 horas, cuando su coche, que corría a 150 kilómetros por hora, rebasó el peralte de una curva del autódromo de la Magdalena Mixhuca.

El as mexicano, que tenía ya una bien ganada celebridad mundial, estaba entrenando para el Primer Gran Premio de México. Ésta iba a ser su última carrera, pues pensaba retirarse.

La muerte del joven piloto fue instantánea. Su coche, un poderoso Lotus V-8 inglés, quedó hecho pedazos contra los rieles de la defensa de la pista.

En su vuelta anterior, había señalado un récord para el circuito: 2 minutos, 4 segundos, 7 décimos.

Parecía que después de eso, el piloto iba a dar por terminados sus ensayos. Pero repentinamente, condujo su coche azul y plata otra vez a la pista para intentar una marca aún mejor.

Jamás terminó esa vuelta.

Todo había ocurrido en unos cuantos segundos y fue así: Rodríguez salía de una recta y tomaba a 150 kilómetros por hora una curva de alto peralte hacia la derecha. Tan cerca de la valla izquierda iba su Lotus V-8, que el piloto no pudo evitar un “colazo” contra los rieles de esa defensa. Como consecuencia de ese primer impacto el coche rebotó en dirección de la valla  del lado derecho y chocó en ésta con tal fuerza que vehículo y piloto salieron despedidos cada cual por su lado, hacia los rieles donde un instante antes había dado el coletazo el Lotus V-8, es decir, hacia la valla del lado izquierdo.

El cuerpo del piloto se estrelló en los rieles de seguridad y allí quedó, ya exánime, en tanto que el coche perdió la suspensión delantera y rebotó nuevamente – por tercera vez-, ahora hacia el interior de la pista,  donde quedó inmóvil.

Muerte instantánea

Una ambulancia de la Cruz Verde y una unidad de bomberos llegaron segundos después al sitio del accidente.

Ricardo Rodríguez, según declaración categórica de los ambulantes Alfonso Moreno y Baltazar Rodolfo, ya había muerto.

Tenía fracturas en el cráneo y una profunda herida del pecho al abdomen, que dejó al descubierto los intestinos.

Del autódromo, el cuerpo fue llevado al Hospital de Traumatología-Balbuena. Más tarde se le trasladó a la agencia Gayosso y luego a la casa de la familia Rodríguez, en Calderón de la Barca 121, donde está siendo velado.

Sería su última carrera

El señor Manuel Iglesias Jr., al comentar la irreparable muerte de Ricardo Rodríguez, dijo a Excélsior que en días pasados el joven así le comunicó al padre de aquél, doctor Manuel Iglesias, que muy probablemente el Gran Premio de México sería la última carrera en que participaría Ricardo, debido a que quería dejar de viajar con tanta frecuencia para poder llevar una vida más hogareña con su esposa Sara Cardoso de Rodríguez.

Pérdida irreparable

Nunca antes, hasta que Ricardo Rodríguez salió de México para competir en pistas y circuitos  extranjeros el nombre de nuestro país había sonado mundialmente en el automovilismo.

En 1961, en pareja con su hermano Pedro, Ricardo sacudió a los expertos europeos brindando un desempeño verdaderamente notable a pesar de que competía con los mejores volantes del mundo. Durante más de 15 horas, los Rodríguez, encabezados por Ricardo, se mantuvieron como líderes de “Las 24 Horas de Le Mans”.

Una falla mecánica los hizo abandonar la prueba faltando 1:45 horas para su término.

Muy veloz en la curva

Cuando ocurrió el accidente detrás del LotusV-8 de Ricardo Rodríguez corría el Porsche número 4 del holandés Carol Godin de Beaufort.

Éste, acongojado, explicó:  “Desde que Ricardo se dispuso a entrar a la curva peraltada, siempre pensé que lo estaba haciendo a una velocidad mayor de lo conveniente para tomar una curva de esas características con un carro de Fórmula 1. Siento de veras que un muchacho tan joven, con tan brillante porvenir en este deporte haya caído”.

El carro era para Moss

La máquina de Fórmula 1, Lotus V-8 fue destinada a Ricardo Rodríguez por el acaudalado industrial inglés Rob Walker , director del “Racing Walker Team”, que tenía a Stirling Moss como su piloto número 1.

Precisamente, este carro originalmente estaba destinado para Moss, sólo que el accidente que hace poco padeció el astro inglés del volante. Echó abajo los planes de Walker. Entonces, éste concedió el coche a Ricardo.

El señor Walker deseaba que Ricardo Rodríguez pudiera conducir ante sus compatriotas. Por eso, puso a su disposición el Cooper Fórmula 1.

Y ese bólido fue el último que piloteó Ricardo, el único volante mexicano que figura y ha figurado en la clasificación mundial del campeonato de pilotos. Tenía 4 puntos.

 

Hipótesis: fue un error de cálculo

Un error de cálculo a más de ciento cincuenta kilómetros por hora es la hipótesis más firme, sobre la causa del trágico accidente.

Los peritos investigadores judiciales poco o nada podían precisar, en el supuesto de que el accidente hubiese tenido como origen una falla mecánica en los sistemas de suspensión, frenos rodamiento.

Los impactos de su vehículo y del cuerpo de Rodriguez , contra los “rieles” de seguridad de esa curva, fueron tremendos, según la opinión externada por investigadores y medicos legistas que tomaron conocimiento del caso.

Las primeras investigaciones fueron realizadas anoche por la licenciada Irma Vidal Espejo, agente del Ministerio Público adscrito al hospital de la Cruz Verde, en Balbuena, a donde fue trasladado el inerte cuerpo del más extraordinario piloto mexicano.

La autopsia al cadáver fue dispensada por orden de la Procuraduría del Distrito, sin más trámite que el acta médica instruida por el Jefe del Servicio del Hospital Balbuena, doctor Raúl Quintero Rossano y el médico de guardia Indalecio Suárez Castelán.

El cuerpo quedó casi partido  en dos

En el acta médica número 125 elaborada por esos médicos legistas, se precisa que el cadáver de Ricardo Rodríguez presentaba:

“Traumatismo cráneo-encefálico; otorragia izquierda; hundimiento de la región occipital; contusión profunda toraco-abdominal, con despegamiento de cincuenta centímetros de extensión de la pared abdominal anterior, con eventración de vísceras a través de la misma; fractura de pelvis; fractura de cúbito y radio del antebrazo derecho, así como laceraciones dermo-epidérmicas en cara y diversas partes del cuerpo. Además, una herida de cuatro centímetros en la región malar izquierda que interesó piel y tejido celular.”

De hecho, por el “despegamiento” de la pared abdominal anterior, el cuerpo quedó semiseccionado a la altura del vientre.

Al parecer, esta lesión cortante se produjo cuando el cuerpo fue a estrellarse contra el filo de acero del riel de seguridad que está a todo lo largo de la parte superior del peralte de la curva.

Además, según varios testigos, el cuerpo también se estrelló contra uno de los soportes del riel y quizás fue aquí donde sufrió las lesiones de cabeza.

La opinión de los médicos Quintero y Suárez, coincide con la de los médicos Fidel Covarrubias y Raúl Hoyo Espinosa de los Monteros –estos últimos fueron los primeros en observar el cuerpo en el sitio del accidente–, en el sentido de que Rodríguez expiró instantáneamente.

Los médicos Covarrubias y Hoyo, se hallaban en la pista del Autódromo.

Ellos explican que, aun cuando había clara evidencia de que el piloto había muerto, las circunstancias en que sucedieron los hechos, decidieron trasladarlo hasta el hospital en un último y desesperado esfuerzo por salvar esa vida. En la misma ambulancia que corría hacia el nosocomio de emergencia, ellos certificaron que toda lucha ya era inútil.

Fatal zigzag en plena curva

En unos instantes se desarrolló el fatal zigzag, según tres testigos presenciales que se hallaban apostados en la torre de control y cerca de la curva poniente peraltada del Autódromo.

Con base en esas versiones y las obtenidas por peritos en accidentes de la Procuraduría del Distrito, se desprende la hipótesis de que hubo un error de cálculo, cuando Rodríguez tomó la curva.

El automóvil llegó a la curva, en veloz carrera de oriente a poniente, y muy cerca de las guarniciones o “rieles” de seguridad del acotamiento exterior de la curva.

En un momento en que se advirtió un natural viraje del vehículo, su parte posterior chocó contra los rieles.

El automóvil salió despedido y al parecer sin control hacia la parte interior de la curva y fue a chocar contra los rieles de seguridad.

En ese momento, por el impacto, el cuerpo de Ricardo Rodríguez salió impelido a tremenda velocidad por los aires y dio dos o tres giros, antes de estrellarse contra los rieles superiores y externos de la curva. El cadáver quedó justo bajo esos rieles.

Al mismo tiempo que el cuerpo se estrellaba contra los rieles, ya que el automóvil había rebotado de la parte inferior de la curva, hasta los dispositivos de seguridad de la parte superior. En ese momento, toda la suspensión delantera, con el eje, se desprendió del cuajo. Las ruedas salieron disparadas por distintos lados y el resto del vehículo regresó hacia abajo por el declive del peralte.

Lo anterior se desprende de las versiones aportadas por el también piloto automovilista Billy Seidel, así como por el abogado Germán Valdés Martínez, agente del Ministerio Público local, quien se hallaba de espectador, y el señor Martín Diosdado que se había sumado a los curiosos que estaban en la zona cercana a la curva.

Surgieron otras versiones de que una de las ruedas delanteras del coche se había desprendido antes del primer impacto, pero tal versión quedó destruida por la de los testigos presenciales del accidente.

Las ruedas se desprendieron luego del tercer impacto contra los rieles de seguridad.

Dramatismo y locura en el hospital

Cientos de personas, entre parientes del finado Ricardo Rodríguez, pilotos, mecánicos, ayudantes y muchos curiosos, crearon un ambiente de dramatismo y casi locura, en el hospital Balbuena.

Fue necesario movilizar policias preventivos de la escuela de capacitación, para contener a la multitud de curiosos.

El acaudalado industrial Pedro Rodríguez, su esposa Concepción de la Vega de Rodríguez, así como la viuda del piloto, Sara Cardoso, y el también piloto Pedro Rodríguez Jr., eran presa de la crisis de nervios.

La viuda y la madre de Ricardo Rodríguez, en varias ocasiones fueron asistidas por los médicos.

Pedro Rodríguez Sr., y su hijo iban y venían por los pasillos, como enloquecidos.

Ambos fueron retirados del hospital, por sus propios parientes.

Mientras tanto, la licenciada Irma Vidal, encargada  de levantar el acta número 95830-62 en que consta la muerte del piloto mexicano, interrogó a los testigos de identidad.

Éstos fueron los también abogados Arturo Galindo Ochoa, primo del fallecido Ricardo, y agente del Ministerio Público de la decimatercera delegación, así como su colega Germán Valdés, investigador de la tercera delegación y testigo presencial de la desgracia.

Condolencias del Presidente

En representación del Presidente López Mateos, el licenciado Humberto Romero acudió anoche a dar las condolencias a los padres  y parientes del desaparecido Ricardo Rodríguez.

Poco después de las 23 horas llegó el licenciado Humberto Romero a la residencia de Calderón de la Barca 121, Polanco, y salió de ella veinte minutos antes de la una de la madrugada de hoy.

 

Un superdotado

Siempre existirá la polémica sobre quién era mejor: si Pedro o Ricardo. Lo cierto es que el menor de los hermanos Rodríguez llegó a lo más alto del automovilismo mundial en un periodo muy corto.

Ricardo Rodríguez de la Vega nació el 14 de febrero de 1942 en la Ciudad de México, hijo de Pedro Natalio Rodríguez y Concepción de la Vega Rodríguez.

Desde muy pequeño, junto a su hermano mayor, comenzó a destacar en carrera de bicicletas y motocicletas, consiguiendo varios campeonatos nacionales.

Fue entonces cuando decidieron saltar al mundo del automovilismo, apoyados económicamente por su padre. Ricardo entró a su primera carrera a bordo de su Fiat Topolino.

Posteriormente comenzó su carrera internacional compitiendo en Riverside y Nassau Tourist Trophy, consiguiendo grandes actuaciones y llamando la atención de los dueños de equipos en Estados Unidos y Europa.

En 1956, junto con Pedro, entró a las 24 Horas de Le Mans, pero por su edad no les permitieron competir.

Fue hasta 1959 que pudo debutar en esta carrera a bordo de un OSCA 750 que pilotó junto a Pedro, aunque no pudieron acabar por problemas mecánicos.

Sin embargo, el destino le guardaba su momento de gloria para el siguiente año. Junto al belga André Pilette, consiguió el segundo lugar en esta carrera de resistencia, con lo que además se convirtió en el piloto más joven que ha pisado el podio en La Sarthe.

Este logro, y sus impresionantes actuaciones en otras competencias, le valieron que Ferrari lo invitara en 1961 a unirse a sus filas como su cuarto piloto.

En su debut en el Gran Premio de Monza, en Italia, demostró su calidad al clasificarse en la segunda posición, e iba ganado la competencia, hasta que el sistema de gasolina falló y lo dejó fuera.

Para la temporada de 1962 volvió con Ferrari y en la primera prueba de la temporada abandonó el GP de Holanda por un accidente, después viajó a Mónaco, pero sólo estuvo en las prácticas, hasta que volvió a destacar en Bélgica.

Arrancó en la séptima posición y al término de los 22 giros al trazado de 14.1 kilómetros, el mexicano se ubicó en el cuarto puesto, consiguiendo los primeros puntos para México en Fórmula 1.

No fue convocado a las carreras de Francia y Gran Bretaña, y reapareció en otro circuito legendario, Nürburgring, para el Gran Premio de Alemania, donde finalizó en la sexta posición.

Su última carrera en F1 fue en Monza, donde el sistema de encendido del auto falló cuando faltaban poco más de 30 vueltas y tuvo que abandonar.

Durante ese año ganó la Targa Florio y destacó en otras carreras.

A pesar de su corta carrera, Ricardo es uno de los más grandes pilotos del automovilismo mundial.

 

Mañana lo van a recordar

Mañana por la noche, el Autódromo Hermanos Rodríguez se vestirá de gala para recordar los 50 años de la muerte de Ricardo Rodríguez, organizando varias carreras en homenaje a la leyenda.

“Para el automovilismo mexicano la muerte de Ricardo fue la peor tragedia, porque estaba considerado como el próximo (Juan Manuel) Fangio; en su debut en Fórmula 1 calificó tercero, iba liderando la carrera en Monza hasta que el auto le falló.

“Era piloto de Ferrari y tenía un gran futuro, cuando sucede el accidente en México fue un gran shock porque todos veían en él a un gran campeón”, afirmó Ramón Osorio, director del Autódromo capitalino y parte del comité organizador de este evento.

Para recordar a uno de los mejores pilotos que ha dado nuestro país se ha organizado un homenaje, que consistirá en completar los metros que le faltaron para cerrar aquella trágica vuelta.

De esta forma, la caravana compuesta por una gran cantidad de pilotos que han corrido en este trazado caminará desde el puente que cruza la Peraltada y llegará a la meta original, que se ubicaba a la altura del primer garaje de los pits.

En cuanto caiga la bandera de cuadros habrá un minuto de aplausos y se realizará un espectáculo de juegos pirotécnicos.

Unos minutos más tarde, el tetracampeón de Grand-Am, Memo Rojas Jr. saldrá al óvalo del Hermanos Rodríguez manejando el Fórmula Junior Cooper T56, con el que Ricardo ganó la primera carrera de autos fórmula en México. Poco después, Memo también se pondrá a los mandos del Scorpion DKW, de Pedro Rodríguez, para finalmente surcar la pista con el Daytona Prototipe de Chip Ganassi, con el que el piloto mexicano fue campeón en 2011.

Toda esta fiesta formará parte del programa de la final que vivirán las categorías TC2000 y Súper Turismo de la Copa Hermanos Rodríguez.

 

“Quedamos impactados”

Siete meses antes de la fatídica tarde del 1 de noviembre de 1962, Excélsior publicó una entrevista con Ricardo Rodríguez, donde se le preguntó: “¿Con quién le gustaría estar el día de su muerte?” La respuesta del piloto fenecido en un accidente en la curva peraltada durante la primera sesión de prácticas del primer Gran Premio de México de Fórmula 1 fue, “al lado de mi familia”.

Ricardo Rodríguez se había trasladado en un vocho negro desde su casa, en Polanco, hasta el Autódromo de la Magdalena Mixhuca para participar en el primer Gran Premio de México de la Fórmula 1. A sus seres más cercanos les hizo saber que, al menos por ese momento, esa sería su última carrera porque quería dejar de viajar para pasar más tiempo con su esposa, Sara Cardoso. Había poca gente en el Autódromo. A las cinco de la tarde se había dado por finalizada la sesión de entrenamiento, incluso Canal 4 cortó la transmisión para televisión. Pero al enterarse que el británico John Surtees había registrado el mejor tiempo de la práctica (2 minutos, 3 segundos y 8 décimos), el aguerrido piloto de 20 años volvía a subirse al Lotus V-8 para superar la marca. No podía quedarse así estando en casa. La cadena de radio XEX permaneció con la señal abierta. Rodolfo Sánchez Noya narraba la continuación de la práctica.

“Ricardo se arrancó  y detrás de él salió Pedro”, recordó el periodista quien relataba los hechos hace 50 años desde la antigua torre de control del circuito capitalino, ubicada en aquel entonces frente a la línea de meta, a la salida de la curva peraltada.

Sánchez Noya nos acompañó en un recorrido por el lugar desde donde vio el accidente y recordó como si hubiera sido ayer la descripción que hizo a través de la ondas hertzianas pasadas las 5:05 de la tarde del jueves 1 de noviembre de 1962. “¡Yyy aquí viene Ricaaardo! ¡Por la parte superior de la curva peraltaaada! Se meeete a la mitad de la cuurva. ¡El auto giiira súbitamente a la izquierda y se estreeella de frente, rebooota alrededor de 20 metros, peeega en la parte trasera, Ricardo saaale proyectado hacia el exterior y cae sobre el riel..! El auto sigue rodando hacia atrás, totalmente destruido...”

En ese entonces, a pesar de su juventud, el locutor mexicano sabía que estaba narrando una tragedia, además por instrucciones de la radiodifusora tenía prohibido declarar la muerte de un piloto en caso de que el caso se presentara.

 “Fue un momento de impacto terrible porque no sabíamos qué había pasado. Sabíamos que era un golpe y un accidente muy fuerte”.

Pedro Rodríguez fue uno de los que de inmediato se acercó al lugar del siniestro para conocer la gravedad.

“Se asoma ve a su hermano y se regresa a los pits”, precisa Sánchez Noya.

Otro de los curiosos fue el amigo del locutor, Luis Broullar. Éste al pasar por abajo de la torre se detuvo y gritó: “Sánchez Noya, Ricardo se mató”.

“Todos nos quedamos impactados, nadie quería tomar el micrófono, yo seguía hablando y hablando, no dijimos nada de la muerte de Ricardo. Despedimos la transmisión”, recordó el locutor.

Días después de la muerte de Ricardo surgieron infinidad de versiones sobre las causas del accidente, además no faltó el atrabancado testigo que aseguró que el menor de los Rodríguez después de salir expulsado del Lotus V-8 y caer encima del riel tuvo la capacidad para gritar “¡No me dejen morir!”

“Quedó unido por un pedazo de piel en la espalda, se partió en dos, es mentira que podría gritar, estaba muerto... El carro hizo un extraño, un defecto que acusó Lotus durante varias décadas, incluso durante la muerte de Jochen Rindt -campeón post mortis-, quien se mató por la rotura de la suspensión. En el Gran Premio de México también a otros Lotus se les rompió la suspensión. Era un triángulo en medio de una flecha con una pieza  que estaba destinada para el giro de la rueda. Al romperse eran tan bajos los coches que perdían la dirección (como cuando remas y dejas de hacerlo de un lado, comienzas a girar al costado opuesto). Entonces el coche dejó un rayón en la pista y el carro se fue hacia la izquierda, pegó de frente en diagonal, el volante quedó deformado a la derecha porque Ricardo era diestro. Al pegarse hacía atrás se desmayó, incluso tenía una fisura en el craneo. Sale volando y cae sobre el riel”, resumió Sánchez Noya sobre  las investigaciones que se dieron a conocer con la versión oficial que causó la muerte del piloto mexicano, un día en el que estuvo cerca de su padre y su hermano.

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