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¡Alégrese, raza! Hay Piporro pa’ rato

Un grupo de artistas visuales y escritores recrean el legado del cómico y cantante norteño que hoy celebraría 90 años de vida

Virginia Bautista | 16-12-2011

CIUDAD DE MÉXICO, 16 de diciembre.- ¡Alégrese, raza, ajúa!, puesn, si el Piporro viviera hoy cumpliría 90 años. Quien respondía en vida al nombre de Eulalio González (1921-2003), que nació, creció, vivió y murió en Nuevo León, se convirtió en el prototipo de la identidad norteña; pero, a pesar de las 67 películas en las que participó, más de diez con argumento suyo, no se conoce aún en su verdadera dimensión.

Cómico, cantante y actor, pero también escritor, músico, torero y director de cine, el definido por quienes lo conocieron como un hombre “humilde y generoso” revaloró al norte y a los “pelaos” que lo habitan, a la polca y al “taconazo”, a las “chulas fronteras”, a partir de la improvisación, el humor y la recreación lúdica del lenguaje coloquial.

Con su eterna  cuera tamaulipeca, texana de fieltro en la cabeza, botas picudas para taconear a sus anchas y bigote bien puesto, este regiomontano considerado por el escritor Carlos Monsiváis como “el último gran personaje, lo que sigue después son sólo actores” es desvelado en toda su diversidad en un libro interactivo que acaba de publicar La Caja de Cerillos Ediciones.

Eulalio González Piporro. Homenaje, editado con el apoyo de Conaculta y la Cineteca Nacional, integra en sus 231 páginas las famosas frases del filósofo popular explicadas por él mismo, fotografías de su trabajo y de su vida familiar, caricaturas, textos de escritores que piporrean sobre su legado, cronistas, historiadores, ilustradores y críticos de cine; además, por primera vez, su filmografía completa y parte de su discografía.

“Es un libro no sólo para homenajearlo, sino para pensar el personaje. Nos entró la fascinación por él y sus diversas facetas, porque creemos que su trayectoria ha sido poco abordada. Quisimos hacerlo desde lo interdisciplinario, desde el entrecruce de lenguajes. Repensarlo porque es un personaje central de la identidad cultural norteña y mexicana”, afirma Andrea Fuentes.

La editora de La Caja de Cerillos explica en entrevista que la idea de confeccionar este volumen, cuyo primer tiraje fue de dos mil ejemplares, surgió al azar en un encuentro de poesía platicando sobre sus juegos con el lenguaje con la escritora regia Minerva Reynosa.

“Ella quería organizar un festival, pero nosotros pensamos en libros. Como nos interesa lo literario, invitamos a escritores para que lo repensaran desde donde decidieran: entrevistas, ficciones, poemas, canciones, y a ilustradores para que reflexionaran desde su lenguaje.

“Cuando decimos un entrecruce de lenguajes no sólo se refiere a que hay ilustración, artistas visuales y escritores, sino también de conceptualizaciones. Se trata de repensar los orígenes que los mexicanos tenemos en esos ídolos populares y cómo han incidido en los artistas. Juntar esos dos mundos que normalmente están separados”, agrega.

Alejandro Cruz, también editor del recién creado sello independiente, añade que no sólo se buscó retratar al Piporro, sino redescubrirlo. “No es un libro unívoco, sino que presenta una riqueza de lecturas. Algunos escritores abordan qué significa él para el norte y otros se remiten a una vivencia más personal, como Cristina Rivera Garza, que cuenta cómo en la migración de su familia este personaje era ejemplo del mundo que se quedó atrás y siempre se cantaba en su casa”.

Destaca que lo que distingue al Piporro de otros ídolos del cine nacional, como Tin-Tán y Cantinflas, es su norteñez. “Es el gran aglutinante de esta identidad; y su otra singularidad es su juego con el lenguaje, él toma el lenguaje popular del norte y lo lleva a todo el país”.

¿Dios o rockstar?

Para el escritor tijuanense Luis Humberto Crosthwaite, Piporro es simplemente Dios. “Vino al mundo para salvarnos de una vida aburrida. Más allá de las canciones y de las películas, más allá del humor, estuvo entre nosotros con una trascendental misión que pronto nos será revelada”, apunta.

El novelista y cronista está convencido de que el actor que en el celuloide fue El rey del tomate, un ruletero, el Milfaenas, Torero por un día, ladrón, el Bracero del Año, un espalda mojada y el Pocho ha resucitado e hizo milagros.

Por su parte, el coahuilense Carlos Velázquez piensa que Piporro fue el primer rockstar norteño… “Acompañado por acordeón y bajo sexto, elevó el tacón de la bota vaquera a trasunto antológico. Su devenir narra el nacimiento, ascensión y caída de una cultura. Existe un antes y un después a partir de la aparición de don Eulalio… México dejó de ser México. Y el Norte se convirtió en la capital mundial del idioma español”.

Y el crítico de cine Genaro Saúl Reyes está de acuerdo con esto. “Pocos, como él, han logrado establecer una identidad cultural tan fuerte, al grado que es difícil distinguir si muchos rasgos de la identidad norteña existieron antes de Piporro o si fue él quien los creó”.

Detalla que la singularidad del autor de frases como “¿Qui’hubo raza?” y “¡Arriba el Norte!” es que su personaje dicharachero, bailarín y cantador mostraba también la cara del dolor. “Otros personajes norteños se quedaron en el chiste fácil y no lograron trascender al plano de la tragicomedia, como lo hizo él”, concluye.

Los editores planean presentar el libro en diversas ciudades norteñas durante 2012, como ya lo hicieron en la FIL Guadalajara (4 de diciembre) y en la Ciudad de México, la noche del miércoles pasado.

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