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Nacional

La violencia rebasa a los médicos forenses del país

A estos servicios del país nunca habían llegado tantos cadáveres como hoy. Sólo mil 100 médicos tienen una especialización en esta área

Laura Toribio y Verónica Mondragón | 23-10-2011

CIUDAD DE MÉXICO, 23 de octubre.- En México hay tan sólo dos mil 600 médicos realizando labores forenses. Y ni la mitad cuenta con la preparación especializada para el análisis de cadáveres.

El cálculo realizado por el Servicio Médico Forense (Semefo) del Distrito Federal sólo explica parte del por qué todavía la mayoría de los servicios médicos forenses del país funcionan como simples depósitos: apenas mil 100 médicos se han especializado en la rama.

Instalaciones inadecuadas y falta de equipo tan básico como bolsas para guardar los cuerpos se suman al fúnebre cuadro.

Lo peor es que los Semefos no cuentan ni siquiera con un protocolo para el manejo de cadáveres. De sur a norte todos trabajan distinto: crímenes sin resolver y miles de cuerpos enviados cada año a la fosa común o a los salones de clase de las universidades que no fueron identificados son el resultado.

Hoy, encima, los forenses tan acostumbrados a maniobrar con cadáveres a diario, se enfrentan a una violencia que ni para ellos resulta indiferente.

“Tenemos la necesidad de seguirnos capacitando en áreas como tanatología o sicología para tratar de entender un poco el por qué la saña con la que se puede victimizar a una persona”, admite Felipe Takajashi, director del Semefo del Distrito Federal, al que en lo que va del año han llegado cuatro decapitados.

Y más aun en las zonas golpeadas por el crimen organizado en donde trabajar con decapitados o una pila de cuerpos hallados en fosas clandestinas pasó a ser parte de su rutina diaria.

Hace casi dos décadas la medicina forense comenzó a cobrar importancia cuando las autoridades se dieron cuenta de que no se contaba con lo mínimo necesario para determinar con certeza científica qué sucedió en los casos de magnicidio que se dieron en aquella época. Este sexenio el crimen organizado llegó a catapultar esa necesidad.

“La violencia siempre ha existido, pero antes eran casos aislados, ahora son muy frecuentes debido a que entre las mismas células delictivas entre más sanguinarios pues más amedrentan a sus rivales y para nosotros eso implica todo un reto”, dice Germán Bazán, presidente del Consejo de Medicina Legal y Forense.

Se solicitan juntacadáveres

Entonces quedó al descubierto que México tampoco cuenta con los suficientes antropólogos, odontólogos y otros expertos forenses claves en la identificación de cuerpos hallados, por ejemplo, en fosas clandestinas.

La Procuraduría General de la República (PGR) sólo tiene en su plantilla a  cuatro odontólogos y tres antropólogos forenses para todo el país, que se han visto obligados a trabajar a marchas forzadas para desahogar el creciente volumen  de trabajo, en situaciones inéditas.

“Cada vez vemos delitos más graves, más constantes y más sangrientos. Esta es la primera vez que me enfrento a descabezados”, cuenta Lourdes, una de las cuatro especialistas en odontología forense de la PGR quien ha participado en la identificación de cadáveres en narcofosas.

“Tenemos una instrucción de tener más peritos en las dos especialidades, tanto antropología como odontología forense, porque como en todas las industrias México crece y necesitamos más empleados”, afirma Sara Mónica Medina, directora de Laboratorios de la Dirección General de la Coordinación de Servicios Periciales  de la PGR.

Y es que mientras antes bastaba con un par de horas para estudiar una escena del crimen con un cadáver, ahora se necesita todo un día para realizar las autopsias de los veinte que se pueden hallar en un solo episodio. Trabajo que en la PGR corre a cargo de mil 500 peritos.

“Actualmente nos enfrentamos a una modalidad diferente en la que generalmente están quitándole la vida a grupos como en el caso de los inmigrantes, y el desafío es la carga de trabajo; obviamente debemos tener más peritos”, reconoce Miguel Óscar Aguilar Ruiz, director general de Servicios Periciales de la PGR.

Pero aún hay sitios en los que de plano disciplinas como la odontología y antropología forense son inexistentes, incluso, en los lugares más castigados por el crimen organizado, como Acapulco.

“Si no tenemos un antropólogo y tenemos unos restos óseos que se encontraron en fosas clandestinas, es muy probable que en este caso esos restos se queden como desconocidos y que no haya forma de identificarlos”, explica Felipe Takajashi, director del Semefo del DF.

Baja remuneración

Tal y como pasó en Tamaulipas con parte los 193 cuerpos hallados en narcofosas en abril pasado. La mayoría de los 63 que se quedaron en los servicios médicos forenses de la entidad fueron inhumanos en calidad de desconocidos. Hoy, 94 continúan en las cámaras de refrigeración del Semefo del D.F. Nadie los ha reclamado.

“Tenemos muchas necesidades y sobre todo en los estados en que aumentó considerablemente la violencia se requieren especialistas capacitados para auxiliar en la administración y procuración de justicia”, insiste Takajashi.

Pese a estas necesidades en México aún no se imparten estas disciplinas como especialidad, mientras que la de medicina forense no acaba de ser atractiva debido a los bajos salarios que hay en el sur del país; por ejemplo, rondan los siete mil pesos mensuales, sobre todo si se toma en cuenta que para graduarse como médico forense se necesitan entre ocho y nueve años de estudio.

Además, hay que decir que la oferta tampoco es acorde a la demanda. Este año tan sólo se concursaron siete plazas en la UNAM para la especialidad de medicina legal; 193 de los 200 médicos que la solicitaron quedaron fuera.

Esto explica por qué en el norte del país hay más médicos habilitados en funciones de medicina legal que expertos, comenta Germán Bazán, presidente del Consejo de Medicina Legal y Forense.

“El riesgo podría ser que emitan un mal dictamen, lo que implica una mala sanción para el victimario y obviamente una repercusión para la víctima”, advierte.

“Debemos tener algún grado de locura”

Vicente llegó a levantar hasta 150 casquillos de varios calibres en una sola escena del crimen en el momento más álgido de violencia en Ciudad Juárez, Chihuahua. “Decimos que todos los que trabajamos de peritos y más en Juárez tenemos que tener algún grado de locura”, confiesa.

Y es que a pesar de estar entrenado para convivir a diario con el crimen, cargar con tanta imagen no siempre le resulta fácil.

“La saña cada vez es más atroz que, quieras o no, sí te impacta y hay veces que necesitamos buscar alguna ayuda sicológica para poder sobrellevarlo”, cuenta.

Descuartizados y decapitados se convirtieron en parte común del trabajo de Vicente hace apenas un par de años. Pero desde que agarraron a José Antonio Acosta Hernández alias El Diego, líder de La Línea, asegura que la criminalidad ha bajado y con ello también la carga de trabajo.

“Antes teníamos que levantar hasta cinco cuerpos en la noche y ahorita he tenido tres guardias seguidas en que no tenido ningún evento. Podíamos recoger hasta 100, 150 casquillos y ahora llegas a levantar 30, 34; lo menos levantas cuatro”, ejemplifica.

Y sólo la adrenalina que siente cada que llega a resguardar la evidencia en una escena del crimen puede vencer al miedo que, inevitable, persiste.

“Si de algo estoy seguro es que necesitas tener mucha vocación y gustarte demasiado lo que haces  para poder vencer el miedo, porque ése siempre está presente”, dice.

“Estamos ante la industria del crimen”

Los programas de televisión sobre crimen y expertos en crimen existen por la necesidad de las personas de ganar dinero a partir de los delitos de los otros, explicó Enrique Mauricio Ramos Baena, perito en activo de la Procuraduría General de la República (PGR).

“Se vive del crimen, y en este caso lo va masificando a través de la televisión y los medios masivos, para que puedan estarse vendiendo estos productos. Estamos ante la industria del crimen”, dijo en entrevista.

Como si se tratara de la industria de la moda, del cine o del arte, en este sector surgen modelos que inspiran a las personas. Se populariza la conducta de las personas que resuelven el crimen: los héroes.

“Esto cae en un art cliché, una reproducción a gran escala de este tipo de actores”, dijo el abogado y sociólogo sobre la serie CSI que hasta ahora tiene 12 temporadas.

Actualmente, estamos ante el llamado Efecto CSI, al hacer popular a su protagonista, Gil Grissom, las personas quisieran ser como él, promover sus hazañas, estar con las mismas mujeres: todo muy fácil.

 “Nos daríamos cuenta que personas que tienen un menor nivel académico o en su camino no han encontrado la significación de generar proyectos de vida, quedan más persuadidos o más atrapados en este tipo de historias”, sostuvo el criminólogo.

“Como su historia de vida no ha sido tan importante, ellos buscan mejor adaptarse o vivir de otras historias”. Además, las personas se acercan a representaciones violentas.

 “A nivel inconsciente hay una serie de patrones que nos atrae, nos gusta ver determinadas formas, colores; de ahí lo enlazamos a la sicología de los colores que impactan en nuestra mente”, insistió.

El efecto CSI

Hace medio siglo, los niños y jóvenes aspiraban a ser como Eliot Ness con sus Intocables. Hoy, prefieren a Catherine Willows, la doctora de CSI Las Vegas, quien con un solo rastro de sangre es capaz de descubrir a un asesino.

En los últimos diez años el boom de los detectives forenses en las series televisivas atrajo la atención de los jóvenes a tal grado que despertó su interés por convertirse en expertos como la doctora Brennan, alias Bones, una antropóloga con la extraordinaria habilidad para descifrar claves ocultas en cadáveres irreconocibles. O Spencer Reid, el joven genio de Mentes Criminales, capaz de analizar con milimétrica exactitud la conducta de un delincuente, lo que a la postre, deriva en su captura.

Desde 2007, CSI: Miami ha ganado tres veces el Premio de la Audiencia de la Televisión Internacional, según reportó el medio Zap21t.

Esto indica que la serie que transmite CBS tiene el mayor rating a nivel mundial en 68 países. Tan sólo el año pasado acaparó a  73.8 millones de espectadores. Es como si siete de cada diez mexicanos estuvieran viendo a la misma hora el mismo programa.

“Todos estos programas de detectives y de ciencia en laboratorio tuvieron un impacto súper positivo en la población y en la enseñanza de estas ciencias”, afirma Miguel Palmer, asesor de American Society of Crime Laboratory Directors. Y México no escapa al conocido, desde hace algunos años, como el “efecto CSI”, que cada vez despierta un mayor interés de los jóvenes por convertirse en el personaje forense rápido y certero de la televisión que opacó al rudo inspector de policía.

Es más, su impacto ha sido tal que hoy hasta es motivo de discusión en los congresos internacionales sobre ciencias forenses.

“Estas series han influido en toda Latinoamérica llevando a la sociedad el rol de las ciencias forenses. Y desde hace una década que en nuestros seminarios siempre están referidas porque vemos cómo muestran un proceso perfectamente concatenado y armonizado en el   que siempre terminan sabiendo qué pasó, pero uno como forense tiene que saber que no es como en las series, que se tienen que enfrentar las dificultades propias de cada caso y las limitaciones de la ciencia”, explica Alejandra Jiménez, asesora forense del Comité Internacional de la Cruz Roja para México, América Central y Cuba.

“Los de CSI son presentados como todólogos. En México, la realidad es distinta. El investigador se remite sólo al área en la que es especialista, no es un todólogo, sino que sigue una serie de operaciones, criterios y por supuesto que no tan rápido”, aclara  Enrique Mauricio Ramos Baena, perito en activo de la Procuraduría General de la República (PGR).

Realidad y ficción

Ni un caso se resuelve en 30 minutos. Y hay veces que ni siquiera se llega a saber quién es la víctima. Pese a contar con un importante respaldo técnico, CSI, NCIS, Bones, Mentes Criminales, La Ley y el Orden y otras series como éstas no dejan de estar salpicadas de ficción.

“Si pusieran cámaras de televisión en cualquier laboratorio forense en Estados Unidos todo mundo se quedaría dormido en los primeros 20 minutos, porque los trabajos son bastante monótonos, largos y difíciles”, dice Miguel Palmer, quien se desempeñó como criminólogo en el Departamento de Policía de Miami entre 1981 y 2007.

Además nunca se trata un solo caso a la vez, los resultados no son instantáneos, y en algunos casos, tampoco se cuenta con equipo tan sofisticado.

“En este momento en México y en el mundo hay mucha gente interesada en estudiar o trabajar en áreas forenses y evidentemente que estas series han contribuido a ello; sin embargo, hay que tener claro que la realidad dista mucho de los programas de televisión; si pensamos que nos vamos a encontrar con lo que ahí se plantea, estamos totalmente equivocados: no es el glamour ni el tacón tan alto de las criminalistas”, bromea Felipe Takajashi, director del Semefo del Distrito Federal, quien detalla que tolerancia y sacrificio son las características mínimas que debe reunir aquel que pretenda trabajar en un área pericial.

“Debemos tener algún grado de locura”

Vicente llegó a levantar hasta 150 casquillos de varios calibres en una sola escena del crimen en el momento más álgido de violencia en Ciudad Juárez, Chihuahua. “Decimos que todos los que trabajamos de peritos y más en Juárez tenemos que tener algún grado de locura”, confiesa.

Y es que a pesar de estar entrenado para convivir a diario con el crimen, cargar con tanta imagen no siempre le resulta fácil.

“La saña cada vez es más atroz que, quieras o no, sí te impacta y hay veces que necesitamos buscar alguna ayuda sicológica para poder sobrellevarlo”, cuenta.

Descuartizados y decapitados se convirtieron en parte común del trabajo de Vicente hace apenas un par de años. Pero desde que agarraron a José Antonio Acosta Hernández alias El Diego, líder de La Línea, asegura que la criminalidad ha bajado y con ello también la carga de trabajo.

“Antes teníamos que levantar hasta cinco cuerpos en la noche y ahorita he tenido tres guardias seguidas en que no tenido ningún evento. Podíamos recoger hasta 100, 150 casquillos y ahora llegas a levantar 30, 34; lo menos levantas cuatro”, ejemplifica.

Y sólo la adrenalina que siente cada que llega a resguardar la evidencia en una escena del crimen puede vencer al miedo que, inevitable, persiste.

“Si de algo estoy seguro es que necesitas tener mucha vocación y gustarte demasiado lo que haces  para poder vencer el miedo, porque ése siempre está presente”, dice.

Seis meses en el congelador

 Embalsamados en una cámara de refrigeración a dos grados centígrados bajo cero, 94 de los 120 cadáveres hallados en fosas clandestinas en Tamaulipas desde abril pasado permanecen en el Servicio Médico Forense del Distrito Federal.

No obstante, el 13 de octubre pasado, la PGR informó que son 88 los cuerpos almacenados en la instalación capitalina.

“Eso no es típico, ni es una forma común de trabajo; lo ideal es que las víctimas mortales localizadas en algún estado de la República permanezcan en ese estado porque se facilitarían los trabajos periciales para la identificación y la entrega de cadáveres”, reconoció Felipe Takajashi, director del Semefo.

Pero por falta de espacio para albergar a estos cuerpos en la entidad en donde fueron encontrados, la Procuraduría General de la República (PGR) pidió apoyo al Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal para almacenarlos en el Semefo capitalino, el de mayor capacidad en el país, que tiene espacio hasta para 400 cuerpos.

Y esta no es la primera vez que sucede. El año pasado 56 de los 72 de los cuerpos de los inmigrantes asesinados en el rancho de San Fernando, en Tamaulipas, también fueron resguardados en el Semefo, y los últimos 14 duraron hasta seis meses.

“Están en sus bolsas respectivas en espera de que nos indiquen si ya fueron identificados”, detalló el director del Semefo.

Takajashi no tiene idea de en qué etapa de identificación están los cuerpos pues a pesar de contar con un equipo capaz de hacer investigaciones en materia forense, la única función del Semefo en este caso es simplemente funcionar como depósito.

“Lo que sé es que el trabajo de identificación lo realiza extraoficialmente la Procuraduría local y posteriormente coadyuva la Procuraduría General de la República, a nosotros no nos correspondió y no nos solicitaron el auxilio del Servicio Médico Forense y no estamos tan enterados de en qué etapa están, si ya hicieron todos los estudios encaminados a la identificación o cómo han tratado a los familiares de las posibles víctimas mortales”, explicó Takajashi.

Los otros 26 cadáveres, detalló, han sido entregados paulatinamente a solicitud de la PGR, el último, el 30 de septiembre.

Y apenas se autorizó una prórroga para mantener al resto en el Semefo al menos durante tres meses más, compartiendo el anfiteatro con los cuerpos que a diario llegan pero que máximo están tres semanas si no son identificados.

UNAM prepara carrera forense

El pasado 7 de marzo, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles, anunció la creación de una nueva licenciatura en Ciencias Forenses, misma que será sometida a los órganos colegiados y autoridades de la máxima casa de estudios.

Narro señaló que la creación de esta carrera contribuirá a la impartición de justicia y en el combate a la impunidad en nuestra sociedad.

Durante la firma del Convenio para la Utilización de Cadáveres de Personas Desconocidas, Narro Robles detalló que para crear la nueva licenciatura se trabajó en coordinación con el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, así como con la Procuraduría capitalina, para que el profesional en esta materia adquiera los conocimientos suficientes sobre prevención del delito y estudio de la criminalidad, y realice los aportes necesarios a los juzgadores.

Agregó que la licenciatura en Ciencias Forenses tiene su base en la Facultad de Medicina, donde se han desarrollado los planes de estudio.

Multidisciplinaria

El rector añadió que ésta es una licenciatura multidisciplinaria que involucra entidades como la Facultad de Química, el Instituto de Investigaciones Biomédicas, la Facultad de Derecho y áreas de las Ciencias Sociales y las Ciencias Antropológicas.

Refirió que aún no hay un plazo fijo para echar a andar esta carrera, ya que aún se tienen que someter sus contenidos a la consideración de los órganos colegiados; sin embargo, confió en que una vez que sea puesta en marcha la creación de profesionales en esta área contribuirá la beneficio de toda la sociedad.

Hay torpeza en la escena del crimen

A escala nacional, México carece de protocolos suficientes para tratar una escena del crimen; los delitos son tratados de distinta forma en los estados, lo que genera irregularidades y urge a las procuradurías unificar criterios, coincidieron peritos y penalistas.

“La cadena de custodia la llevamos en México de manera empírica, rústica, pero es dar el seguimiento de toda la evidencia”, dijo Sara Mónica Medina Alegría, directora ejecutiva del Departamento de Laboratorios, de la Procuraduría General de la República (PGR).

La cadena de custodia es un procedimiento controlado de todas las evidencias materiales disponibles cuando se comete un delito, explicó Ana Aguilar, consultora de Presunción de Inocencia.

Con la implementación de la reforma penal de 2008, hay más exigencias en los protocolos sobre delitos, pues en los juicios orales deben presentarse todas las evidencias ante el juez.

“Antes todo mundo entraba, todo mundo manoseaba… en este sentido depende de los recursos que tengas”, afirmó Medina Alegría, química farmacéutica industrial, en entrevista con Excélsior.

Para frenar las irregularidades, las 31 procuradurías locales junto con la federal trabajan en la unión de criterios sobre cadena de custodia.

De acuerdo con el Proyecto de Presupuesto de Egresos para el Ejercicio Fiscal 2012, la PGR cuenta para el rubro de proyectos de inversión con 584 millones 576 mil 932 pesos. De ese total, 533 millones 770 mil 247 pesos serán destinados a proyectos de infraestructura gubernamental de procuración de justicia.

Del casquillo al tribunal

“Aquí todos lo tenemos que hacer bien, porque justamente esa es la cadena de custodia: cómo llego, cómo levanto la pluma, ya la levanté ¿está bien o mal tomada? Ésta cómo la voy a embalar… si es un tejido y lo meto en una bolsa de plástico ya no me sirve, quiero hacer una prueba para saber a qué distancia fue el disparo. Viene la ropa ensangrentada y la meto en una bolsa y suda todo el día, ya no me sirve”, explicó Medina Alegría.

Los peritos forenses se enfrentan a diario a escenas de homicidios, accidentes de tránsito y, a causa de la ola de violencia, a masacres, mutilaciones y al hallazgo masivo  de cuerpos.

Una vez recopiladas las pruebas, deben ser entregadas al agente del Ministerio Público, quien dirá si éstas son congruentes con la escena que se está investigando. Si es así, el perito la revisa nuevamente y añade algún elemento que le indique el fiscal.

Luego el experto debe entregarla una vez más, con lo que le señalaron. Entonces el agente puede determinar si presume que hubo alguna responsabilidad en el crimen. Luego pasa a un laboratorio, para ser analizada.

Según el proyecto de egresos, la dependencia encargada de la procuración de justicia recibirá 40 millones 806 mil 685 pesos para mantenimiento de infraestructura, y diez millones para el sector de estudios de preinversión.

Sin embargo, Medina admitió que dentro de las necesidades está contar con  más recursos para los laboratorios de las procuradurías, más capacitación, revisar los equipos de química genética y de balística.

En febrero del año pasado, la PGR publicó su acuerdo A/002/10 para establecer los lineamientos que deberán observar todos los servidores públicos para preservar y procesar el lugar de los hechos, de los hallazgos e indicios del hecho delictuoso.

Con base en este documento debe delimitarse la zona, ubicar objetos de riesgo y fijarlos, para luego pasar a la fase de custodia, buscar a testigos, y determinar las condiciones del lugar.

Además, esto está determinado en el artículo 123 del Código Federal de Procedimientos Penales.

“Entregar al Ministerio Público todos los indicios, huellas o vestigios del hecho delictuoso, así como los instrumentos, objetos o productos del delito, sus respectivos contenedores y las actas”, afirma el precepto.

Incluso los agentes están obligados a registrar en la averiguación previa cuando no reciban todas las pruebas.

Actualmente, el Instituto Nacional de Ciencias Penales, la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia trabajan en conjunto con la PGR para afinar estos lineamientos.

Medina detalló que la PGR elaboró una primera versión que fue revisada por las procuradurías locales que hicieron las observaciones pertinentes.

Sin embargo, hasta el momento, no existe una fecha definida para que se publique este protocolo.

Mientras el nuevo sistema de justicia que entrará en vigor en julio de 2016 impone retos para los peritos, para los Ministerios Públicos y para los jueces que se involucren en una escena del crimen, pues habrá una audiencia en la que se presentarán todas las pruebas, por lo que el juez podrá ver si se rompió esta cadena.

Además, si fallan estos protocolos, y si las pruebas carecen de sustento podría atentar la inocencia de una persona.

“Si no se hacen bien las cosas, desde el principio el resultado va a ser fallido, podemos tener el mejor laboratorio del mundo, con la mejor tecnología, los mejores científicos, el premio Nobel de la ciencia genética o de la química”, subrayó la perito.

Buscan acabar con los muertos anónimos

México se ha convertido en un país donde miles de cadáveres sin nombre terminan cada año bajo la tierra de una fosa común o como objeto de estudio en los salones de clase de las universidades.

A la par, familias enteras se ven obligadas a emprender un viacrucis para dar con el paradero de sus seres queridos, teniendo que visitar decenas de instituciones en diferentes estados, pero muchas veces ni así lo consiguen.

La carencia de un protocolo  a escala nacional para el manejo de cadáveres y atención de familiares deriva en una epidemia de víctimas mortales sin identificar.

Para enfrentar esta dolencia, los 32 servicios médicos forenses del país junto con el Comité Internacional de la Cruz Roja decidieron unificar criterios para generar una base de datos que permita ubicar los restos de una persona desde cualquier rincón del país.

“Tendremos que crear una aplicación para poder intercambiar los datos y que una persona que vive en el norte de la República no tenga la necesidad de acudir al centro o al sur de la misma para ver si su familiar o su amistad pueda estar en ese servicio médico forense, sino que en tiempo real nosotros estemos cargando esa base y todos los estados la reciban”, explicó, Felipe Takajashi, director del Servicio Médico Forense del Distrito Federal.

Se trata de instalar una especie de buscador forense que permita empatar las características del cadáver con la descripción que dé la persona que lo busca.

Para ello es necesario tener un formulario único en el que el médico forense plasme la historia de la persona, es decir, que después del estudio indique cuántos años tenía, si tuvo una cirugía, o a qué se dedicaba, por ejemplo.

“Así la historia de esa persona que está marcada en su cuerpo se podrá cruzar con los datos que la familia va a aportar también en un formulario único cuando está buscando a su ser querido”, detalló Alejandra Jiménez Mora, asesora forense para la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja para México, América Central y Cuba.

Se prevé que el protocolo y la aplicación estén listos el próximo año para así aliviar el dolor de las familias que se enfrentan a la  tragedia de no poder dar destino final a sus muertos.

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